Desde que fue elegido presidente del PP, Pablo Casado ha tenido que escuchar -y leer- en innumerables ocasiones que estaba atado a María Dolores de Cospedal, que le debía todo por apoyarle en las primarias y que había tenido que pagarle el favor colocando a muchos de los suyos en puestos clave.

Ahora, con la salida definitiva de la ex secretaria general del partido y del Congreso, donde renunció a su escaño, ya hay quien ve en este nuevo escenario la oportunidad de Casado para despegar y consolidar un equipo propio. Porque se ha quedado libre de hipotecas.

El líder del partido tuvo una estrategia clara desde que se publicaron las primeras conversaciones entre Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, con el excomisario ahora encarcelado José Manuel Villarejo.

Por un lado, no defendió explícitamente, en ningún momento, a Cospedal, mientras por otro recordaba su promesa de condenar cualquier conducta reprochable, cualquier comportamiento no ejemplar, aunque no fuera delito.

De esa forma se alejaba de quien fue su gran valedora en la segunda fase de las primarias del PP. Y finalmente la ha dejado caer.

En Helsinki, donde se encuentra junto a la cúpula del partido para participar en el congreso del Partido Popular Europeo (PPE), no ha querido Casado dar pistas de cómo se ha fraguado esta marcha definitiva.

Como tampoco ha querido interpretar por qué hace dos días, Cospedal -quien también fuera ministra de Defensa de 2016 a 2018 en el último Gobierno de Mariano Rajoy- aseguraba que no dejaría el escaño al que ha renunciado hace unas horas.

En todo momento, además, han negado desde Génova que haya habido presiones hacia la ex número dos del PP para que se fuera de forma definitiva.

Pero lo cierto es que Cospedal se iba quedando cada vez más sola y ya ni los suyos la defendían públicamente, mientras en privado reconocían, como todos los demás, que lo mejor era que se fuera cuanto antes.

Cuando en enero de 2013 estalló el escándalo de los sueldos B del PP, la entonces secretaria genera dejó clara cuál iba a ser su posición: "Que cada palo aguante su vela", afirmó entonces.

Y a esa frase se han agarrado hoy algunos populares para justificar que Cospedal se haya tenido que ir, al final, de la forma más amarga.

Para muchos, el mayor pecado no es haber tratado de conseguir información sobre los casos delicados en los que podía estar implicado el PP.

Lo malo, recalcan, es que lo hiciera a través de Villarejo, y lo peor, coinciden partidarios y detractores, es la participación en todo esta historia del marido de Cospedal y el hecho de que hablara en nombre del PP.

La última grabación, en la que López del Hierro sugiere a Villarejo que Rajoy aprueba los encargos que le hacían entonces ha sido la gota que ha colmado el vaso y que ha enfadado mucho a muchos, incluido, aseguran fuentes populares, al expresidente, y puede haber precipitado los acontecimientos.

La propia Cospedal ha admitido esa intermediación como un error. En además la única equivocación que ha reconocido en su comunicado, en el que en todo momento ha defendido su actuación.

Un comunicado que no ha estado exento de reproches a su propio partido, como así lo entienden fuentes populares.

Porque la exsecretaria general ha pedido a sus compañeros "cerrar filas ante las injusticias" y ha advertido de que un partido que "no es capaz de defender a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él".

Al ser preguntado sobre esta reflexión, Casado no se ha dado por aludido, y en sus declaraciones de ''despedida'' a Cospedal ha insistido en que hoy tocaba destacar "lo mejor" de la ex secretaria general.

Hace unos días un veterano dirigente apuntaba que la marcha de Cospedal, unida a la salida anterior de Soraya Sáenz de Santamaría, podía dar al PP la "tranquilidad" que necesitaba para despegar.

Ahora, los dirigentes consultados coinciden en que su renuncia es lo mejor para el partido, deja a Casado y a su equipo liberados de ataduras internas y les obliga a concentrar todos sus esfuerzos en la labor de oposición y en preparar las citas electorales.

Porque entre otras cosas queda designar a muchos e importantes candidatos. Y entre esos nombres ya no estará quien salía hasta hace poco en casi todas las quinielas: María Dolores de Cospedal.