En 2003, Ediciones B publicó El mito de la izquierda, de Gustavo Bueno. En 2006, lo reeditó Zeta. En 2008, Temas de Hoy publicó El mito de la derecha, también del mismo filósofo. Son libros de más de trescientas páginas. Estas obras plantean dos necesidades que a mí me parecen ineludibles y a las que ya me he referido en varias ocasiones: 1) publicar las Obras Completas de Gustavo Bueno, que andan dispersas por varias editoriales, y 2) conseguir que alguien realice lo que el norteamericano Harold Raley consiguió con la filosofía de Julián Marías: hacer comprensible para un gran público el sistema de Bueno. Sí, ya sé que la obra de Bueno es mucho más amplia e importante que la de Marías, pero hay que realizar una tarea parecida a la de Raley.

Me hubiera agradado mucho satisfacer esa segunda necesidad, pero no dispongo de tiempo para llevarla a cabo. Estoy convencido de que, por el ancho mundo en el que andan tantos seguidores de Bueno, se encuentran personas competentes, fiables y dinámicas que pueden acometer esa empresa.

Mientras tanto, y aprovechando las próximas elecciones y la importancia que LA NUEVA ESPAÑA seguro que va a dedicarle, creo útil sintetizar qué significa votar a las izquierdas; en una próxima, y si me lo permiten los responsables de LNE, haré lo mismo con las derechas. Pienso que en los dos libros citados, Bueno ofrece una guía que resulta tan sólida, o más, que cuando aparecieron sus dos estudios. He procurado, siempre que he podido, respetar las expresiones del filósofo, porque he comprobado que en sus obras siempre encontramos pasajes que resumen su pensamiento en un estilo ajustado, breve y claro.

¿Qué son las izquierdas definidas y cuáles las indefinidas?

Bueno tomó al Estado como criterio político para estudiar a la izquierda. Y se encontró con que no había solo una sino varias. Llamó izquierdas definidas políticamente, o izquierdas en sentido fuerte, a las que otorgaban un puesto fundamental al Estado. Distinguió seis géneros o generaciones de izquierdas definidas. Y llamó indefinidas a las tres que no se guiaban por el criterio del Estado: las izquierdas extravagantes, divagantes y fundamentalistas.

Cuando acometió el estudio de las izquierdas, Bueno hizo lo mismo que han hecho quienes se han ocupado de los estilos musicales, pictóricos, arquitectónicos o literarios: contar su historia. "Las izquierdas" son también conceptos históricos. Solo quien dispone de una preparación suficiente para alcanzar una comprensión histórica de un cuadro o de una sinfonía puede llegar a entender algo de arte pictórico o de arte musical. Y que un género o generación de la izquierda haya sucedido a otro/a no significa que cada generación haya eliminado a las precedentes. Como ocurre con la evolución, lineal o ramificada, de los géneros, órdenes o clases zoológicas, tampoco los géneros, órdenes o clases políticas quedan necesariamente aniquiladas por sus sucesoras.

1) La izquierda (jacobina) de la Gran Revolución

La izquierda política que constituye la primera generación (y el primer género) de las izquierdas es la izquierda revolucionaria, la que tomó el nombre de la situación que ocupaba en la Asamblea francesa de 1789. Y la Revolución que esta izquierda impulsó en el terreno político fue transformar la sociedad política francesa, organizada según las líneas del Antiguo Régimen, mediante su transformación en una Nación política republicana constituida por ciudadanos libres e iguales. Las "partes anatómicas" del Reino de Francia -nobleza, clero, estado llano- desaparecieron como tales, resolviéndose en sus elementos (los ciudadanos). La izquierda radical revolucionaria vendrá, pues, definida como tal izquierda a través precisamente del Estado, de un Estado organizado según el Antiguo Régimen, que trata de transformarse en un Estado nacional nuevo.

La primera generación de la izquierda, una vez consumada la metamorfosis del Reino del Antiguo Régimen en la Nación francesa, en cuanto Nación política, evolucionó, siguiendo dos líneas políticas principales: la línea bonapartista, ocupada en reforzar al Estado nacional centralista como plataforma para poder defenderse de los ataques de otros reinos y para poder conformarlos a su vez como estados nacionales, y la línea radical, ocupada más bien en profundizar, hacia dentro, a la República, en el antimonarquismo y el laicismo, lindante con el anticlericalismo.

2) La izquierda liberal que surgió en la Guerra de la Independencia

La segunda generación de la izquierda surgió en la Revolución española que tuvo lugar simultáneamente con la Guerra de la Independencia contra la invasión francesa, pero que tenía raíces y motivaciones independientes y muy distintas de las que movieron a los jacobinos, la generación de la izquierda liberal. Fue un proceso muy complejo, porque quienes mantenían, en cualquier caso, la necesidad de la guerra contra el invasor no sólo eran los reaccionarios (que se oponían frontalmente a la revolución, y a veces luchaban contra Napoleón como encarnación del Anticristo) sino también los transformadores (revolucionarios) más o menos radicales (desde Jovellanos o Inguanzo hasta Argüelles o Muñoz Torrero). Revolucionarios que, inmersos en la evolución interna de las nuevas clases emergentes (empresarios, comerciantes de Cádiz, entre otros), veían como inseparables la guerra y la transformación de España. Mantenían posiciones claramente definidas de izquierda, de una izquierda patriótica, y definidas también con el parámetro de la Nación política.

La izquierda política genuina de España hay que buscarla no tanto en los afrancesados (por cuanto de hecho sometían a la Nación a una Potencia extranjera) cuanto en los liberales.

Los liberales lograron formular una Constitución que en modo alguno fue un calco mimético de la francesa originaria. Por de pronto, no derrocaba ni el trono ni el altar, y en esto se parecía más a la Constitución de Bayona. Pero retiraba la soberanía al monarca y la ponía en la Nación.

En el siglo XX, "liberal" fue un adjetivo que algunos grupos de derecha utilizaron para distinguirse.

3) La izquierda de tercera generación (o tercer género de izquierdas):la izquierda libertaria

En el ámbito de cada recinto nacional los individuos o átomos racionales han adquirido una libertad y una igualdad (política y jurídica), pero subsisten, y aún con mayor visibilidad, las desigualdades y servidumbres económico sociales, "culturales", porque fue precisamente a partir de la liberación de los ciudadanos, la que permitió convertir a los trabajadores en propietarios de su fuerza de trabajo. Los elementos del "todo nacional" eran iguales políticamente y con los mismos derechos, al menos en teoría. Sin embargo, esa igualdad resultaba estar establecida en medio de una heterogeneidad de esos elementos en tanto seguían siendo miembros de clases sociales tradicionales o nuevas, y en conflicto permanente.

En el ámbito de las relaciones entre las naciones, las desigualdades y servidumbres subsistían, y aún aparecían otras nuevas. La racionalización de las naciones políticas implicaba, antes que la igualación de estas naciones, la conformación de desigualdades entre ellas: la condición francesa, la condición española, los ciudadanos alemanes, etc., son iguales y libres en sus estados respectivos, pero son distintos entre sí, porque estas naciones no forman una única Nación sino naciones distintas, y en conflictos tan agudos como los que mantienen con los estados del Antiguo Régimen.

Los anarquistas sospecharon que el Estado nacional era el principal obstáculo, y no la plataforma intermedia o provisional, aunque necesaria, para desencadenar el progreso revolucionario victorioso. Creyeron necesario destruir el Estado en cualquiera de sus formas, incluidas, por supuesto, las formas del Estado nacional. Es decir, por tanto, se propusieron destruir la "República una e indivisible" que los revolucionarios jacobinos dieron a luz, y continuaron los liberales de la segunda generación de izquierdas.

Los anarquistas se definen también como de izquierdas en la medida en que se define en función del Estado, aunque sea negativamente. Como la negación de todas las demás izquierdas.

Las plataformas de acción de las corrientes del anarquismo, en cuanto izquierda definida son el anarquismo comunalista, que tiene una tradición muy antigua, anterior a la formulación moderna de las doctrinas anarquistas; el anarquismo municipalista o cantonalista, federalista en el fondo, tiene ya un significado político de mayor alcance (precisamente por el federalismo); y el anarcosindicalismo es la forma del anarquismo más próxima (sin perjuicio de su apoliticismo intencional) a lo que llamamos izquierda definida.

4) La izquierda socialdemócrata

Una cuarta generación de izquierdas surgió en la Segunda Internacional, a raíz de los conflictos que marxistas y bakuninistas habían mantenido en la Primera Internacional, y que dio lugar a los partidos socialdemócratas.

El criterio político que diferencia al socialismo democrático, no solamente de las corrientes praetermarxistas o antimarxistas, sino también de las corrientes de inspiración marxista, pero no socialdemócratas (leninistas o maoístas), tiene que ver con su posición diferencial respecto del parámetro que venimos considerando como característico para una definición de la izquierda, a saber, el Estado (nacional o plurinacional); por tanto por la relación de cada Estado con los demás estados.

El socialismo se asienta, en resumidas cuentas, en el Estado como plataforma imprescindible para llevar adelante el proceso revolucionario de la transformación social. Por ello, todo movimiento tendente a debilitar al Estado, o a extinguirlo, tendrá que verse como irracional.

El socialismo escoge una metodología de vía pacífica (democrática, por ejemplo), rechazando la vía violenta o incluso el "golpe incruento" de Estado.

Por otra parte, la acción política revolucionaria, centrada en el ámbito de cada Estado, no excluirá la "fraternal cooperación" con los estados hermanos, cuyos partidos estarán integrados en la Internacional Socialista; pero esta cooperación habrá que entenderla sin perjuicio del principio de no injerencia de cada Estado en el ámbito de las competencias de los demás estados; lo que equivale a asumir la metodología del pacifismo en todo cuanto concierne a las relaciones internacionales.

En caso de un conflicto entre estados nacionales (como ocurrió en la Primera Guerra Mundial, y aún en la Segunda) la política de los partidos socialistas se inclinará a prestar apoyo preferencial a su patria, antes que a su partido; de suerte que los obreros franceses irán a la guerra contra Alemania, y los obreros alemanes irán a la guerra contra Francia, a pesar de que, en cuanto socialistas, los obreros franceses y los obreros alemanes habrían de estar teóricamente más cerca de lo que estaban respectivamente con los burgueses franceses o con los burgueses alemanes.

La socialdemocracia, partiendo de las sociedades burguesas desarrolladas, se representa el término de la transformación revolucionaria como una sociedad en la cual habrán de estar conservados todos los bienes o "adelantos" industriales, jurídicos, etc., alcanzados a lo largo de su evolución histórica. También habrán de ser distribuidos equitativamente, y por vía pacífica, entre los ciudadanos,

5) La izquierda de quinta generación (o quinto género de izquierda): la izquierda comunista

Es la del marxismo-leninismo que logró demoler el Imperio de los zares y conquistar el poder durante setenta años en la Unión Soviética. Lenin y, en gran medida, sus sucesores no consideraron primaria la tradicional oposición izquierda/derecha, sino la oposición entre el imperialismo, "fase final del capitalismo", y el comunismo bolchevique. Dentro de este, cabría hablar, es cierto, de las desviaciones de izquierda y de las desviaciones de derecha.

El movimiento comunista se enfrentaba inmediatamente, por tanto, no solo con la transformación revolucionaria interna de un Estado, el eslabón más débil del sistema capitalista, sino también con la transformación revolucionaria de todos los demás estados. Las contradicciones que este doble planteamiento, que ya se había presentado, aunque a otra escala, en la Revolución Francesa, como contradicción entre los hombres y los ciudadanos, se hicieron patentes. Lenin entendió la Revolución de Octubre como el primer acto de la Revolución europea y universal. Tendría que incorporar lo más valioso de la "cultura burguesa". Los tres periodos de la izquierda comunista fueron: el leninista, el estalinista y la coexistencia pacífica del Comunismo y del Capitalismo. Después, vino la caída del comunismo realmente existente.

La trayectoria del comunismo real a lo largo del siglo XX define plenamente el curso de una trayectoria de la izquierda, heredera de las primeras izquierdas revolucionarias, llevando sus principios a una escala tal que fueron esos mismos principios los que resultaron desbordados.

6) La generación asiática de izquierdas

El proyecto de Mao-Tse-Tung actúa sobre la plataforma estatal de una República gigantesca pero muy reciente (el Imperio chino estuvo, más o menos vivo, hasta 1912, cuando Sun Yan Sen declaró la República china) sobre la cual estaban gravitando tradiciones muy diferentes de las cristiano romanas, ortodoxas o protestantes.

La inicial inspiración marxista de la quinta generación de la izquierda (del comunismo soviético) también creyó necesario incorporar a las sociedades comunistas los bienes materiales más preciosos de la civilización industrial, desde la "electrificación de Rusia" hasta el lanzamiento de los Sputniks.

Pero la igualdad entre los hombres fundada en Occidente, ante todo, en la producción progresiva y en la justa distribución igualitaria del disfrute epicúreo de los bienes materiales, de los bienes creados por la civilización industrial, ahora se reformulará, "desde el confucianismo", como igualdad de los desiguales en la cooperación en la gran familia comunista. El sumo bien consistirá en esa cooperación comunitaria de todos los individuos, y no en la codicia por el disfrute, aunque sea igualitario, de los bienes instrumentales.

El golpe de timón de la política china se hizo visible en 1977, en el XI Congreso de PCch, cuando Den Xiao Pin pasó a ser viceprimer ministro del Gobierno. El pragmatismo (de otro modo: la valoración de la necesidad política y social de impulsar el desarrollo de una sociedad de más de mil millones de habitantes utilizando los recursos de las sociedades capitalistas de mercado) será en lo sucesivo la norma de la política de la República Popular China.

Tres corrientes de izquierda indefinida: extravagante, divagantey fundamentalista

Bajo el rótulo "Izquierda indefinida", Bueno engloba tres corrientes sociales (que discurren a través de clubes, asociaciones, escuelas, audiencias, círculos informales de opinión, departamentos universitarios, canalizados por prensa determinada o medios de comunicación). Suelen ser consideradas "de izquierda", por ellos mismos o por la derecha, sin que conste explícitamente en su "ideario", en su "argumentario", en su "imaginario" o en su "calendario" una definición de posiciones en función de "variables políticas", en el sentido dicho. Dos de estas corrientes tendrían un carácter más bien "abierto" (las denominaremos izquierda extravagante e izquierda divagante); una tercera de carácter híbrido, y de naturaleza más bien cerrada, tendría su expresión más interesante en una izquierda fundamentalista.

Las corrientes de la izquierda extravagante podrían clasificarse teniendo en cuenta la naturaleza del campo en el que se desenvuelven tales corrientes: ciencias matemáticas, ciencias físicas, ciencias biológicas; también, las artes plásticas, música, la religión o la "filosofía universitaria".

Y aquí despliega Bueno su sentido del humor, uno de los aspectos a los que hay que dedicar una tesis doctoral o más. No se dedica a ironizar. Más bien, sorprende con ángulos inesperados. Ridiculiza que se tome como normal la aplicación del adjetivo "de izquierdas" o "derechas" a la Física, al Arte o a la Religión. Falta el Estado como criterio político para clasificar. ¿Va a ser más difícil entrar en el Reino de los Cielos que a un camello pasar por el ojo de la aguja?

Según Bueno, y sigue tratando el asunto con humor, habrá que investigar empíricamente cuáles son los atractores que, desde las diversas capas de la sociedad política, ejercen mayor influencia sobre las corrientes extravagantes de izquierda, de las que venimos hablando. No tengo espacio para exponer cuáles son esas tres capas -conjuntiva, basal y cortical-, por lo que me limitaré a enunciar estos "atractores" más probables: los que tengan que ver con los movimientos asociativos (tipo ONG) que planean su acción al margen del Estado (un margen teórico puesto que en la práctica, como es notorio, las ONG suelen estar financiadas por los gobiernos: en cualquier caso sigue siendo el Estado el que sirve de parámetro). También, la "autogestión empresarial", es decir, en cuanto sea independiente del Estado, y aún de las grandes sociedades nacionales o multinacionales, que también presuponen conexiones muy fuertes con los estados. Y los movimientos que desbordan los límites de un Estado dado, y que han dado lugar a un género de profesiones verdaderamente extravagantes por relación al Estado: médicos sin fronteras, bomberos sin fronteras, músicos sin fronteras... y hasta aduaneros sin fronteras. En el extremo, los movimientos antiglobalización (también dados en función de los estados).

Es posible distinguir a quienes navegan por las corrientes de la izquierda divagante, gracias a unas notas distintivas. Han comenzado por estar implantados en algunas de las seis corrientes definidas de la izquierda definida, pero al mismo tiempo se habrían encontrado como excesivamente confinados por los marcos políticos que las definen. Tenderán a desbordar esos marcos, es decir, tenderán a divagar, a través de ideas filosóficas, artísticas, trascendentales, ecológicas, éticas, cosmológicas o morales.

Su divagación recorrerá campos no estrictamente políticos, incluso políticamente neutros. De este modo se elevarán hacia un estilo de izquierda indefinida que, sin perjuicio de sus compromisos políticos definidos de origen, quiere ser, sobre todo, "cultural" o "ética".

En el límite, se elevarán hacia una izquierda profunda, eterna, sublime, la "izquierda filosófica", la "izquierda como conciencia de la Humanidad", que dice comportar nada menos que una "visión del Mundo" (generalmente las divagaciones de estos intelectuales de la izquierda filosófica se hacen sin necesidad de haber leído dos líneas seguidas de Platón o de Aristóteles, de Suárez o de Soto). Estas visiones del Mundo de los intelectuales de izquierda divagantes también son variables, y si se consideran de izquierdas es acaso por su oposición a determinadas concepciones del Mundo tradicionalmente asociadas a la derecha.

Unas veces los políticos, intelectuales y artistas de izquierda divagarán por los extremos del materialismo monista ("todo es Química"), del evolucionismo ("el hombre desciende del mono y en el Neolítico se hizo agricultor") y del progresismo optimista ("el desarrollo de la tecnología permitirá que los bienes fluyan a chorro lleno en la sociedad del futuro").

Otras veces la izquierda profunda, para evitar divagaciones metapolíticas y metafísicas, se acogerá al agnosticismo. Solo que entonces la izquierda, al precio de no divagar, se confunde con algunas de las múltiples variantes de la derecha liberal, tolerante o escéptica.

La izquierda fundamentalista o cómo Bueno prefiguró con precisión, trece años antes, lo que después sería Unidos Podemos.

También habrá que tener en cuenta la gran probabilidad de la formación, en círculos determinados, de corrientes de izquierda indefinida resultantes de la confluencia de corrientes de izquierda extravagantes y de corrientes de izquierda divagantes. De esta confluencia puede resultar, inter alia, una suerte de izquierda fundamentalista.

La izquierda fundamentalista ya no se definirá por criterios inmediatamente políticos, que incluso serán desdeñados, sin perjuicio de que de vez en cuando expresen sus simpatías o sus repulsas por alguna corriente definida de izquierdas, pero sin excluir jamás del todo a las otras: "La izquierda es siempre la misma".

Se caracterizará por criterios preferenciales o valores muy dispares, pero que se mantienen tenazmente asociados; por ello esta izquierda promoverá, con carácter prioritario, la necesidad de "educar en valores" (es decir, en sus valores) a la juventud y al pueblo en general. Y aquí es donde, por límite de espacio, tengo que detenerme. Invito, a quien desee comprobarlo, cómo Bueno identificó veinte notas, al menos, de lo que luego sería Unidos Podemos (Págs. 242-243). Nada hay nuevo bajo el sol. Es la gran ventaja de tener un sistema filosófico para identificar y ordenar los movimientos de la vida política.