ELTIEMPO echará sus anclas en las profundidades de ese mar proceloso de las conciencias y se detendrá su pulso equidistante y preciso. Ninguno quedará a salvo, la eternidad será algo tangible y no mera cronología de la inmortalidad. Las palabras perderán toda su fuerza y vigor en su roce con la nada que se nos antoja algo parecido al vacío, a la ausencia del ser. Sin embargo, ¿qué seríamos sin ese don de la articulación vocal?