LOS CICLOS económicos son inherentes a la condición humana desde sus orígenes. Ya en el antiguo Egipto se databa sus efectos y nadie mejor que José, el hijo predilecto de Jacob, tuvo el don divino de interpretar los sueños, lo que le valió el favor del Faraón que no atinaba a desentrañar su significado, y lo encumbraría hasta el rango de virrey. Siete vacas gordas que eran devoradas por otras siete flacas y siete espigas lozanas que sucumbían ante las más escuálidas. Desconozco si nuestros gobernantes tienen sueños o si, por el contrario, hay personas como el recordado José capaz de interpretárselos.