¿HEMOS de ser esclavos de la Ley para ser libres? Una terrible paradoja, que forma parte de la historia de la filosofía, pero que los acontecimientos parecen invitar a que se cumpla ese aserto, para no acabar rompiendo el contrato social que la humanidad se ha impuesto para vivir en armonía y que, pese a todo, no se cumple, porque sigue en vigor las reglas de la naturaleza en nuestro substrato biológico, en esa condición indisoluble de "animal racional". Una etiqueta que nos autoimponemos, salvo que haya algo ahí fuera que pueda establecer una comparativa, con lo que perderíamos ese privilegio. Gracias a los "iluminados", un derecho fundamental como viajar libremente será algo más complicado que hace un mes, por citar un ejemplo, si optamos por el avión, o por otros medios de transporte donde se requieran medidas de seguridad. El miedo y la inseguridad acabarán por desnudarnos el alma.