EL OTRO día, durante la boda de un amigo, un grupo de invitados, entre personas de sentido común y nivel universitario, hablaba sobre la puesta en marcha de la decisión del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz de conceder honores a Cándido Luis García Sanjuán a propuesta del Club Rotary. Me incorporé a la tertulia y fui una voz discordante entre los presentes, pues no pude ocultar mi sorpresa al oír ciertos argumentos allí esgrimidos. El hecho de ser un profesor de la universidad no supone ser docto en todos los conocimientos. El universitario, antes que cualquier persona que carezca de estudios, sabe que la historia se elabora a partir de los documentos escritos. Descubrirlos y descifrarlos es la misión del investigador para dar luz a los hechos históricos. Creo que sobre ellos deberían descansar los proyectos o resoluciones emprendidas por centros culturales, empresariales o administrativos. Conozco a muchos miembros del Club Rotary, a los que confieso simpatía y respeto, así como a miembros del Ayuntamiento portuense, pero pienso que sus decisiones son algo carentes de las mínimas pautas históricas, por no decir nulas. Permítame el lector remitirme a los hechos.

En junio de 2008 el Rotary Club del Puerto de la Cruz solicitó al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz la concesión de honores, a título póstumo, para el hotelero tinerfeño Cándido Luis García Sanjuán en prenda de reconocimiento a su labor empresarial al servicio de Tenerife y de la misma ciudad turística norteña. El Rotary Club considera al señor García Sanjuán un modelo de empresario pionero en la etapa de mayor expansión y desarrollo turístico del Puerto de la Cruz, constructor del hotel Tenerife Playa.

El mismo mes del año siguiente el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz aprobó por unanimidad, a propuesta de la alcaldesa, Lola Padrón, abrir expediente administrativo para la concesión de honores a favor de Cándido Luis García Sanjuán, a título póstumo, "por la gran contribución que hizo este empresario al desarrollo turístico del Puerto de la Cruz". La alcaldesa destacó "su espíritu de colaboración y buena predisposición al desarrollo urbano y turístico de la emblemática zona de Martiánez por facilitar amablemente al ayuntamiento el frente marítimo, sobre el que el empresario poseía entonces una concesión administrativa para la construcción del complejo turístico Costa de Martiánez, el magno proyecto diseñado por el artista César Manrique".

El señor Antonio Pedro Tejera Reyes, por quien siento un gran respeto, en un extenso escrito ("La Prensa", EL DÍA, 20-6-2009) llegó a insinuar que la hoy llamada avenida de Colón debería denominarse avenida de Cándido Luis García Sanjuán.

Merecen mis más sinceros respetos todos los empresarios que arriesgaron -y arriesgan- sus capitales en la inversión hotelera, independientemente del gusto o acierto de sus construcciones. Hago extensible esta consideración al señor Cándido Luis García Sanjuán. Sin embargo, no puedo ocultar mi disconformidad con los argumentos en su apoyo.

En julio de 1957, Cándido Luis García Sanjuán solicitó al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz una licencia de obras para construir un hotel y una piscina natural en la costa Martiánez, enfrente del hotel, según un proyecto del arquitecto Luis Cabrera Sánchez-Real. El ayuntamiento, entonces de alcalde Isidoro Luz Carpenter, acordó declarar al hotel de "Excepcional Interés y Utilidad Pública". Comenzó a construirse el hotel (actual Tenerife Playa) el 24 de septiembre 1957, primera fase de 64 habitaciones dobles finalizada a los ocho meses; luego otras 64 habitaciones, y así año tras año lo fue ampliando hasta su terminación en 1963. Pero la licencia de obras para construir una piscina natural enfrente del hotel fue dejada pendiente por el ayuntamiento, pues el alcalde Isidoro Luz Carpenter tenía en perspectiva el trazado de la avenida de Colón desde la piscina de San Telmo hasta los riscos de Martiánez. Ante la negativa del ayuntamiento de permitir la construcción de la piscina y ante el temor de que levantaran posibles construcciones de tipo hotelero en la zona marítimo-terrestre justo enfrente al hotel Tenerife Playa, a finales de diciembre de 1958 Cándido Luis García Sanjuán solicitó a la Jefatura de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife no sólo terreno para la construcción de una piscina, sino también la concesión de una superficie de 26.250 m² para construir "además de una piscina natural el uso particular en la zona marítimo-terrestre de Martiánez que se proyectaba hacia el mar desde su hotel". Fue aceptada al año siguiente. La concesión permitía la construcción de una terraza, jardines, bar, casetas para baños y accesos a las piscinas naturales ubicadas en la playa de Martiánez. Suscitó la general alarma de la población y el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz enérgicamente en sesión del 29 de abril de 1959 vuelve a "oponerse a la concesión ni siquiera a otros particulares en la zona del sector de la playa de Martiánez, comprendida desde la piscina de San Telmo hasta los riscos de Martiánez".

El 7 de enero de 1961 Isidoro Luz Carpenter solicita al Ministerio de Obras Públicas que le fueran entregados y cedidos los terrenos de la playa de Martiánez, colindantes con la avenida de Colón, cuya petición el organismo ministerial denegó. El propio ministro de Obras Públicas, Jorge Vigón y Surdodíaz, visitó el Puerto de la Cruz en mayo de 1962, y el ayuntamiento le hizo saber la necesidad de llevar a cabo las obras de urbanización de la playa de Martiánez. El ayuntamiento se sorprendió cuando la Orden Ministerial del 8 de marzo de 1963, según informe del MOPU, reafirma su decisión a favor de Cándido Luis García Sanjuán, lo que no le extrañó a algunos por la enorme influencia política que tenía el beneficiado, pues era un fiel adicto al régimen franquista y presidente de la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife. El ayuntamiento el 25 de marzo de 1963 hizo constar la infracción que se cometía al PGOU aprobado en el año 1958 con semejantes autorizaciones concedidas por la Dirección General de Puertos y Señales Marítimas y emprende "acciones necesarias en vías administrativas o contencioso-administrativas contra la referida resolución para la defensa de los derechos municipales y a tenor de lo preceptuado en el artículo 370 de la Ley de Régimen Local". El contencioso hubo de resolverse ante el Tribunal Supremo.

Cándido Luis García Sanjuán nunca renunció a la concesión administrativa. Para dejar sin efecto la concesión, el ayuntamiento, el alcalde Felipe Machado González de Chaves, tuvo que pagar 22 millones de pesetas en 1975, aunque la decisión se había tomado bajo la alcaldía de Antonio Castro García.

Pregunto: ¿cedió Cándido Luis García Sanjuán el terreno concesionario amablemente o a cambio de los 22 millones de entonces? ¿Puede entenderse el cambio de avenida de Colón por el de avenida Cándido Luis García Sanjuán, precisamente la persona que tuvo en jaque su trazado?

Mi opinión personal, totalmente sincera, es que habría que revisar lo de "espíritu de colaboración y buena predisposición", y también creo que la avenida de Colón debería llamarse así por el resto de la vida, por ser la primera vía que se trazó para ordenar el comienzo turístico de la ciudad. Y si, por alguna razón, se decidiera cambiar de nombre, debería dedicarse a Isidoro Luz Carpenter, por ser él el auténtico artífice de su realización.

Isidoro Luz Carpenter es el hombre clave de lo que es hoy el Puerto de la Cruz. Hizo que el municipio pasara de agrícola y pesquero a enclave turístico. Resultados de su gestión fueron la declaración del Puerto de la Cruz de Lugar de Interés Turístico en 1955, y en 1956 los títulos de ciudad y excelentísimo para el ayuntamiento, el 16 de julio de 1956. Convirtió el Puerto de la Cruz en el motor económico del norte y de buena parte de la isla. Durante los años sesenta y setenta sus habitantes alcanzaron uno de los niveles más altos de vida de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Y para no cansar con sus méritos y logros, sólo destaco el que atañe a este artículo: Isidoro Luz Carpenter pagó, o si se prefiere avaló, con letras a título personal la construcción de la avenida de Cristóbal Colón en 1958 al constructor y asesor de la misma Luis Díaz de Losada, porque el ayuntamiento no tenía presupuesto aprobado ni dinero. Y no era un hombre del campo del empresariado, sino un prócer hijo del Puerto de la Cruz, su ciudad natal. Y, sin embargo, no hay una calle, una avenida, un paseo o una vía en su memoria, sino un simple busto. Me parece una falta de respeto a la persona de Isidoro Luz Carpenter, precisamente el hombre al que el Puerto de la Cruz le debe lo que es hoy en día: una ciudad turística, aunque no la que le hubiera gustado a él.

En fin, la historia es así de clarividente.