CASI SIEMPRE valoramos todo aquello que perdemos irremisiblemente, cuando la ausencia empieza a pesar como una gigantesca losa sobre nuestra conciencia nos percatamos con tristeza, la mayoría de las veces, de los descuidos que provocan la pérdida del sentido de nuestra cada vez más ajetreada existencia. De nada sirven las rosas o las piedra sobre las lápidas si a quienes nos acompañaron en vida los ignoramos o despreciamos o no estuvimos a la altura de las circunstancia de sus exigencias o querencias o fuimos incapaces de superar los odios y rencillas. La pérdida un ser entrañable cercano como el veterano chef Felipe Escamilla, "El Payés" me ha invitado a reconsiderar mis distracciones y olvidos, que no a título póstumo.