LA SABIDURÍA de la Naturaleza emana del Creador. Los seres humanos no podemos sustraernos a los condicionantes de nuestra propia esencia biológica y psíquica que nos induce a que nos autoetiquetemos como animales racionales. La superioridad del hombre o de la mujer reside en la inteligencia, en la capacidad para crear y destruir, amar y odiar, salvar y matar, consciente o inconscientemente; a diferencia de otros seres situados en otra escala que sólo, que sepamos por ahora, se guían por su instinto de supervivencia. Nos creemos el techo de la Creación, a falta de explotar más allá. Muchas veces no nos percatamos de nuestro peso real resultante al fin de nuestros días: 21 gramos. El tiempo pondrá las cosas en su sitio y oportunidades para trascender otras dimensiones que no sea vivir apegados al suelo como aves con alas rotas o, simplemente, enjauladas, a merced del pienso de los otros. Mal pájaro es aquel que defeca en su propio nido.