Apenas quedan diez pescadores profesionales inscritos en la Cofradía San Roque Isla Baja, en Garachico, y los pocos que aún intentan vivir del mar se sienten acosados por las autoridades encargadas de controlar la pesca. El patrón mayor de este colectivo, David Guerra, es contundente en su denuncia: "Nos persiguen más que a los furtivos".

"Los pescadores profesionales sufrimos constantes controles y multitud de limitaciones y exigencias, mientras el resto hace en el mar lo que le da la gana. Al muelle llegan barcos de recreo que llevan más pescado que nosotros", recalca.

"Los barcos de recreo pescan más que los profesionales y lo venden por ahí sin ningún problema -lamenta Guerra-. Esa actividad furtiva no se vigila porque los responsables de controlar la pesca solo nos atacan a nosotros".

"Si eres furtivo puedes tener el barco como te da la gana, puedes poner el motor que te apetezca e, incluso, te dejan instalar tanques para carnada viva. Si eres un pescador profesional, te ponen mil trabas si quieres mejorar tu embarcación o simplemente cambiarle el motor", asegura el patrón mayor.

Guerra subraya el doble rasero existente: "Tenemos que pasar revisiones, pagar seguros y cumplir infinidad de requisitos. Nosotros trabajamos para morirnos de hambre mientras todo el mundo hace lo que quiere".

El patrón de los pescadores profesionales de Garachico pide más control de la pesca en general: "La costa entre la punta de Buenavista y Masca está llena de nasas ilegales, nasas ahogadas que nadie vigila". A su juicio, "habría que eliminar o limitar ya las nasas para pescado y camarones. Dan permiso para poner 25 y por ahí colocan hasta 100".

La cofradía garachiquense cuenta con un puesto de primera venta de pescado que ha tenido que ser reformado, "con muchas dificultades", tras quedar destrozado por un temporal marítimo. "Ese puesto funciona bien, pero ahora habrá que trasladarlo al nuevo muelle y no sabemos cuánto tardará el proceso", apunta Guerra.

En ese puesto, los trabajadores del mar tratan de vender legalmente el pescado que capturan. Una misión complicada en el Norte de Tenerife, donde, según denuncia Guerra, "demasiados restaurantes te dicen en la cara que le compran a los furtivos porque les sale más barato".

"Aquí casi nadie quiere el pescado de los profesionales, y no hay quien controle en los restaurantes la venta de capturas hechas con trasmallo o fusil", sentencia.

Además, Guerra se queja del abandono del sector: "La pesca profesional desaparece a pasos agigantados. En Canarias hay más de 80.000 licencias de barcos de presunto recreo por apenas 5.000 barcos de pesca. El sector está abandonado y nadie nos apoya".

A su juicio, "cuando un político habla del sector primario habla de la agricultura y un poco de ganadería, pero de la pesca casi nunca se acuerdan".

El nuevo muelle de Garachico, cuya obra será entregada en breve, tampoco da motivos de optimismo al sector pesquero local, sino todo lo contrario: "El nuevo puerto, en el fondo, nos causará más problemas que beneficios. La existencia de este muelle provocará que la sobreexplotación pesquera y el furtivismo vayan a más, porque todo el mundo podrá venir a pescar aquí".

"Tendremos un problema añadido: vendrán embarcaciones más grandes y más barcos de recreo que seguirán esquilmando los recursos de la zona", lamenta.

La Cofradía de Pescadores San Roque Isla Baja cuenta ahora con diez barcos de pesca inscritos a nombre de diez pescadores profesionales de Garachico y Buenavista, además de cinco marineros que trabajan para algunos de estos pequeños armadores. En total, quince familias que aún sobreviven legalmente gracias al mar, aunque, como lamenta Guerra, "en la actualidad sea más rentable ser furtivo que pescador profesional".