El núcleo de San Vicente, en Los Realejos, celebró ayer el acto institucional conmemorativo del 403 aniversario del voto realizado por el pueblo a San Vicente Mártir por la finalización de la llamada peste de Landres. Esta tradición, una de las más antiguas de Tenerife, se remonta al año 1609, cuando los regidores municipales hicieron solemne promesa ante el párroco de Nuestra Señora de La Concepción de acudir todos los años a celebrar la festividad del Santo, en acción de gracias por haberlos librado de la temida peste.

El acto comenzó con el traslado del pendón de la Villa desde la parroquia de Nuestra Señora de La Concepción hasta el exterior de la ermita de San Vicente. A la llegada de la procesión cívica se celebró una misa concelebrada, presidida por el párroco de Nuestra Señora de La Concepción, Marcos Antonio García Luis. Tras la eucaristía se celebró la procesión por las calles del barrio con la imagen del santo, la Hermandad del Santísimo y numerosas autoridades civiles y militares.

Los regidores municipales de la época, junto al cura párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, firmaron en 1609 un documento en el que se comprometían conmemorar cada año y a perpetuidad la festividad de San Vicente Mártir con el traslado del pendón de la ciudad, acto que comenzó a celebrarse en el año 1610. El documento original, conocido como el voto de San Vicente, se guarda en el archivo histórico provincial, mientras que el archivo de la Hacienda de Los Príncipes conserva una réplica.

Esta tradición tiene su origen en la epidemia de peste bubónica o de Landres que en los primeros años del siglo XVII afectó al Norte de la Isla , y que dejó numerosos fallecidos en la población del Realejo Bajo, aunque no existen datos exactos sobre el alcance de la epidemia. Cuenta la tradición que un 22 de enero, festividad del santo, remitió la epidemia, un hecho que se consideró milagroso y motivó la construcción de la ermita y esta celebración anual.