Los habitantes de tres viviendas del camino Sabuguero, en el barrio icodense de El Amparo, se consideran "daños colaterales" de la obra del anillo insular. Denuncian que nadie quiere asumir el deterioro de sus casas "después de soportar más de tres años de obras y vibraciones" que, según sostienen, han causado grietas y humedades que han dejado sus hogares al borde de la ruina.

Carmen Julia Rosquete lamenta que "a pesar de las múltiples quejas que hemos presentado ante el ayuntamiento, el Cabildo y las empresas que forman la UTE responsable de este tramo del anillo insular, nadie ha aparecido por aquí y nadie responde por los daños causados". Esta vecina tiene claro que "nosotros no podemos arreglar un daño que hicieron otros".

"Estamos hartos de presentar escritos a todo el mundo para que nadie aparezca ni responda", recalca esta afectada. "Han sido tres años de fortísimas vibraciones por el uso de maquinaria pesada para picar la roca, excavar los túneles cercanos o aplanar la vía. Vibraciones tan intensas que en nuestras casas han aparecido muchas grietas, se han rodado tejas y paredes y techos han cedido, lo que ha causado filtraciones de agua que ahora se convierten en grandes humedades", denuncia Rosquete. La vecina solo reclama que "los responsables de la obra se comprometan por escrito a reparar los daños causados en nuestras casas".

Carmen del Rosario Luis tiene 76 años, vive sola en su vivienda y está desesperada: "La casa se me está cayendo y el agua, desde el año pasado, me entra por los techos y las paredes que es algo exagerado". Luis mira con temor al cielo: "Este año, gracias a Dios casi no ha llovido, pero el año pasado la casa se me llenaba de agua cada vez que caían cuatro gotas".

Esta vecina del camino Sabuguero confiesa que tiene miedo de estar en su vivienda y no puede evitar el llanto cuando repasa su estado actual: "Tengo humedades y huecos por todos sitios, y las puertas y ventanas también están fatal. Me han destrozado la casa por completo".

"Yo cobro una pensión de 300 euros y con eso apenas me da para vivir. No puedo arreglar nada y la casa se me va a caer encima. Yo solo pido que me arreglen lo que me han roto", reclama Carmen del Rosario Luis entre lágrimas. También se siente discriminada: "A otra gente le han hecho casas nuevas, pero a nosotros nos rompen las que teníamos y luego no nos hacen ningún caso".

Candelaria Rodríguez ha sufrido las vibraciones de las obras, a lo que se suma que "hicieron una zanja junto a mi pared y desviaron la corriente del agua de lluvia hacia mi casa. Esta obra ya ha provocado que el agua que echaban para evitar el polvo se me metiera en el patio, en una habitación y en la bodega. No quiero ni pensar qué pasará cuando llueva con fuerza".

"Aparte de que han puesto mi casa en grave peligro de inundación, la tengo toda agrietada y llena de estalladuras y huecos. Llevo varios años intentando que alguien se haga responsable del deterioro de mi casa y la verdad es que me siento engañada. El anterior gobierno municipal me decía una cosa y el actual, otra -censura Rodríguez-. Me dijeron que no hacía falta que llevara un notario a mi casa a certificar su estado y ahora me dicen que por qué no lo llevé".

"Mi casa no estaba así antes de que empezaran las obras y lo único que pido es que el agua de la carretera no venga hacia mi casa y que me arreglen las grietas causadas por tanta vibración", señala.

Estas tres afectadas coinciden en denunciar la falta de tacto e información de las administraciones y de las "muchas empresas implicadas en la obra".

Carmen Julia Rosquete subraya que, "aparte del daño a las viviendas, también hemos sufrido un daño psicológico después de tres años de temblores, polvo, ruidos y cortes de agua. Aquí han empezado a trabajar a las siete de la mañana, sin respetar los horarios de descanso, y han venido a picar y a mover escombros algunos sábados y domingos". Luis coincide con Rosquete en denunciar el incumplimiento de los horarios de trabajo: "Empiezan y terminan a la hora que les da la gana".

"Una cosa es contarlo y otra vivirlo, porque cuando picaban la piedra o pasaban la apisonadora, se me han llegado a caer sartenes y calderos que estaban al fuego", recuerda Luis.

Cabe señalar que el recorte presupuestario impuesto por el Gobierno central deja en 68,5 millones el anillo insular para este año, lo que pone en riesgo la obra.