RECIENTEMENTE se ha destacado la urgencia de invertir en carreteras, cuyo estado obtiene la peor nota en veinticinco años. Cuando las inversiones públicas caen en picado, deberíamos revisar la idoneidad de lo hecho en movilidad, dado el elevado déficit de las carreteras, infraestructuras imprescindibles para las Islas. Su descuido produce un gasto exponencial: cada euro no invertido supone cinco euros a los tres años y veinticinco euros a partir del quinto año. Poner a cero las carreteras autonómicas y desarrollar un programa de conservación que evite ese deterioro exponencial se cifra en varios cientos de millones, y una parte importante de esos millones deben ser destinados a la recuperación del asfalto. Esto es especialmente grave, ya que la conservación de las carreteras está detrás de los accidentes.

En efecto, aunque el 85% de los accidentes mortales se deben al fallo humano y solo un 10% a la mala conservación de las vías, los expertos afirman que el estado del firme tiene una repercusión básica en estas muertes y que, a medida que se mejora el firme, las muertes disminuyen, algo comprobable cuando se incrementan las inversiones. Y no solo es el estado del firme. Cerca de un 30% de los accidentes son debidos a salidas de calzada, provocadas por un mal sistema de contención, amén de otros problemas, como extremos de barrera no abatidos, barreras demasiado bajas, baches, grietas y mala y antigua señalización.

En nuestras islas, la situación es asimétrica, lo que ocurre también en los ochenta y ocho municipios. En San Juan de la Rambla, al evidente atraso de Tenerife dentro de Canarias se añade que nuestra situación es especialmente crítica dentro de la geografía insular, porque ocupa un ominoso último lugar en conservación de las tres vías insulares que pasan por el término municipal, con el agravante de que los frecuentes cierres de la TF-5 (al menos diez en el año transcurrido de este mandato) desvían todo el tráfico procedente o con destino a la Isla Baja a través del término municipal, discurriendo por las carreteras TF-351 y TF-342. La TF-5, además, en nuestro término municipal, presenta varios puntos de riesgo coincidentes con los túneles y taludes y con el desvío obligatorio para acceder a La Rambla, punto negro para el que se ha solicitado reiteradamente una zona de desaceleración. Las otras dos, obligatorias en caso de cierre de la TF5, presentan trazado peligroso por curvas sin visibilidad y con escaso margen de maniobra, peligro de desprendimiento de taludes, mala evacuación de aguas pluviales, firme deteriorado, pasos peatonales inutilizados y falta de acerado e iluminación en zonas urbanas. Esta situación frecuente devendrá en permanente cuando se ejecute la ansiada mejora de la TF-5.

Rambleros y rambleras hemos esperado lo suficiente y con la suficiente paciencia como para demandar ahora, con carácter de urgencia, la intervención prioritaria en nuestras carreteras. Porque es de justicia equitativa e imprescindible para las comunicaciones del noroeste de Tenerife.

San Juan de la Rambla