Pía Schnipper, de nacionalidad española y residente en Tenerife desde 1976, se enfrentaba ayer a una orden judicial de desahucio de la que ha sido su casa desde hace más de doce años. A las 12:00 horas estaba previsto que la Justicia la obligara a desalojar su vivienda, en la que convive con un hijo menor que sufre una discapacidad del 43%. Casi un centenar de vecinos, amigos y miembros de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas de Tenerife se reunieron en el exterior de su vivienda para tratar de evitar el desalojo. No se hizo efectivo, ya que la presión social logró que, a última hora, la medida se aplazara hasta el próximo 13 de septiembre.

Pía vive en una vivienda de protección oficial en la calle Poeta Emeterio Gutiérrez Albelo. Según asegura, su exmarido debería hacerse cargo de la hipoteca, pero hace varios años que no paga las cuotas. Ella sostiene que está desempleada y que los 426 euros que cobra de ayuda no le permiten hacer frente a la deuda y, por ello, pide a la entidad bancaria que acepte la dación en pago de su vivienda y le otorgue un alquiler social.

La portavoz de la plataforma, Inma Évora, insistió ayer en que la solución al caso de Pía y otros tantos tinerfeños ahogados por las hipotecas está en que "si CajaCanarias pertenece de verdad a una banca cívica, lo que debería aceptar es la entrega de la vivienda para anular el total de la deuda pendiente -la dación en pago- y ofrecer un alquiler social".

La espera por una comitiva judicial que, afortunadamente para Pía, no se presentó, estuvo marcada por los cánticos contra los bancos y en defensa del derecho a la vivienda. En la calle se escucharon consignas contra la banca, del tipo de "¡A ti sí te rescatan!, ¿a mí quién me rescata?" o "¡La Justicia no me ampara! ¿Mi derecho dónde está?".

Pía lamentó también "el abandono y la falta de información" que sufre por parte de los abogados de oficio que llevan su caso, "que ni siquiera me avisaron de que tenía una orden de desahucio".

Poco después de que un coche de la Guardia Civil pasara frente a la vivienda de Pía, la afectada recibió una llamada que confirmaba el aplazamiento de su desahucio.

La afectada dio las gracias a todas las personas reunidas junto a su vivienda y se mostró aliviada: "Al menos tengo dos meses para tratar de hacer entrar en razón al banco", declaró.