Hasta hace dos años, la vida de Yurena Pérez Sánchez era la de una niña normal con nueve primaveras y muchas otras estaciones por delante para disfrutar. Sin embargo, poco a poco comenzó a perder la capacidad auditiva y sus padres iniciaron el pertinente periplo de visitas a médicos y especialistas. Al principio, pensaron que tenía relación con la sordera de nacimiento de uno de sus hermanos gemelos, que ahora tienen 15 años. Pero no. Lo suyo era algo más inusual y con peor pinta. Dos años después, la neuropatía que padece aún no ha sido diagnosticada del todo y su familia se ha movilizado en busca de ayudas para afrontar lo que temen que sea una ardua lucha contra una enfermedad rara que, de confirmarse, la sumaría al medio centenar de casos parecidos en el mundo.

Yurena vive en la calle Herrera, en la zona de San Nicolás, en la periferia alta del casco de El Sauzal. Lo hace junto a sus padres (María de la Cruz Sánchez García y Miguel Pérez Reyes) y sus hermanos en una casa social que, por su enfermedad, requiere obras y cambios para adaptarla a sus necesidades. De hecho, su madre ha de dormir ahora en el suelo, según comenta a EL DÍA.

Según las pruebas que le han realizado hasta ahora, primero en la santacrucera clínica Barajas y, luego, en el Materno Infantil de Las Palmas, la creciente sordera de Yurena, que ya le ha inhabilitado este sentido, no obedecía a las mismas razones de la de su hermano. En realidad, era una consecuencia más de una neuropatía degenerativa que afecta a todos los órganos y que, sin embargo, aún requiere un análisis más a fondo para ser determinada y afrontada. Para ello, los médicos la han remitido al hospital barcelonés San Juan de Dios para que le efectúen un diagnóstico preciso, pero la Seguridad Social solo cubre su viaje y el de su madre.

Para que no se sientan solas, su familia y amigos han organizado una cena benéfica para el próximo sábado en el centro social de San José, en El Sauzal, desde las 20.30 horas. No necesitan hacer un llamamiento a la solidaridad porque, al poco de plantearlo, ya habían logrado cubrir las cuatrocientas plazas del sitio, por un precio de 5 euros. Con lo recaudado, su padre podrá ir con ellas a la ciudad Condal.

No obstante, la petición de ayuda la extienden a las administraciones para que, después de que el Ayuntamiento de El Sauzal les ayudase a adquirir un colchón de calidad para la cama articulada de Yurena, de lo que están profundamente agradecidos al consistorio, les faciliten ahora los permisos pertinentes para poder modificar su casa social. Y es que, por tratarse precisamente de una vivienda de promoción, los trámites para cualquier modificación en la distribución de su interior suelen ser muy farragosos y difíciles. Esto choca con las necesidades de Yurena y su familia, que requiere de más espacio para que, por ejemplo, su madre no se vea obligada a dormir con un colchón en el suelo.

Una vez que le efectúen los análisis pertinentes en Barcelona, Yurena y los suyos se enfrentarán seguramente a una enfermedad con muchas dificultades, que ya le ha impedido asistir a clase en el colegio Castro Fariña (de Tacoronte, en donde estudia su hermano por estar especializado en niños sordos) y que le obliga a usar un corsé y recurrir a la respiración asistida por sus dificultades para respirar.

Sus padres temen que se trate de una dolencia sin cura, pero, lejos de rendirse, lucharán hasta el final y hasta sus últimas fuerzas, junto al resto de familiares y amigos, para que Yurena siga riendo a la vida.

Solidaridad en el pueblo

La situación de Yurena ha movilizado a sus familiares y a parte del tejido social de El Sauzal. Algunos comercios exhiben en estos días su rostro y su historia para tratar de concienciar a los vecinos y visitantes de la necesidad de solidarizarse con su causa, aunque tampoco han precisado de un gran esfuerzo porque, al poco de organizar la cena benéfica de este sábado, ya habían vendido gran parte del aforo. No obstante, y como todo apunta a que la lucha contra la enfermedad va a ser larga, viene bien difundir su caso en busca de apoyos futuros.