Un total de 124 guachinches han tramitado su regularización desde la entrada en vigor en agosto del año pasado del decreto 83/2013 para regular la actividad de comercialización temporal de vino de cosecha propia y los establecimientos donde se desarrolla. En apenas diez meses, el Cabildo de Tenerife ha registrado 109 guachinches que cumplen la normativa regional y aún tramita otras 15 peticiones.

El consejero insular de Agricultura, José Joaquín Bethencourt (CC), considera que el proceso de regularización de los guachinches avanza "de forma satisfactoria", aunque, a su juicio, "lo ideal habría sido que el concepto de guachinche no se hubiera desvirtuado nunca".

"Ante la situación que, lamentablemente, empezamos a vivir hace unos años, fue necesario poner freno y generar un marco de regulación, gracias a la colaboración del Gobierno de Canarias", recuerda Bethencourt.

El consejero insular considera que 2014 será "un año de transición" y abogó por "ser pacientes con el proceso". En su opinión, "ya estamos en un camino de no retorno y a partir de ahora tocará evolucionar hacia el cumplimiento de la normativa y la convivencia del guachinche tradicional, el de verdad, con otras figuras que también defienden la cocina tradicional y los vinos de Tenerife, como son los bodegones".

Respecto al proceso administrativo de regularización, el consejero aboga por estudiar la duración de las autorizaciones y la posibilidad de "ser más flexibles en los casos en los que quede producción de vino sin vender". Considera que "con el paso de los años y la experiencia en la aplicación del decreto nos ayudará a encontrar el mejor camino".

El consejero considera que la regularización de los guachinches ha servido ya para frenar el crecimiento desmedido de establecimientos ilegales: "Al final, en unos años, nos quedaremos solo con los guachinches de verdad".

Aunque en el proceso inicial de debate sobre la regularización se habló de la existencia de más de 500 guachinches, la realidad es que en la Isla "a lo sumo habrá 200 guachinches auténticos", apunta Bethencourt.

"El objetivo final es lograr que sólo se llamen guachinches los guachinches de verdad", sentenció.