Las Fiestas del Cristo, en Tacoronte, tienen un especial atractivo por el hondo significado de la singular Imagen del Cristo de os Dolores y de la Agonía. Es una bella obra de arte que escenifica la antítesis entre el sufrimiento y la victoria, el calvario y el triunfo, la desolación y la gloria.
Se presenta erguido, su mano izquierda abrazando la Cruz y la derecha reposando sobre su pecho; su cuerpo llagado, ensangrentado y coronado de espinas. Sus pies aplastan la serpiente y la calavera, símbolos de destrucción. Es un Cristo triunfante y glorioso, vencedor de la muerte y el pecado, expresión elocuente del Cristo resucitado.
a Figura de este Cristo, al ser novedosa por su diferencia con la del Crucificado, suscitó discrepancias, en cuanto al culto, en el Tribunal de la Inquisición, que poco a poco se disiparon.
legó esta Imagen a Tacoronte en 1961 por voluntad de D. Tomás Pereyra de Castro -Ayala, copatrono del Convento, junto a su otro tío Diego de Castro; ambos, fundadores de la Comunidad del Convento.
Han transcurrido más de trescientos cincuenta años y, desde entonces, uno tras otro y de generación en generación, no han cesado de acercarse a elevar sus plegarias y manifestar su devoción, incontable número de peregrinos y romeros, llegados desde todos los rincones de la isla y del archipiélago; incluso desde Venezuela y otros lugares, a donde llegó la "estampita del Cristo", que siempre acompañaba a todo emigrante.
"Sus Fiestas" se celebran en el mes de Septiembre, con un amplio e interesante programa de actos religiosos y populares.
Comienzan el "alba del día primero" con repique de campanas y estruendosos cohetes, que rompen el silencio de la noche y anuncian la "Gran Noticia".
Durante el mes, se suceden, en su honor, actos culturales, deportivos y religiosos muy variados: Exposiciones, conciertos, concursos diversos, homenajes, ferias, festivales y solemnidades de "Oficio Religioso". Destacan: "El Pregón" del primer domingo, que va acompañado del "gran taponazo", concierto de Banda y degustación generosa del vino y turrón de la localidad; "os Festivales de Arte, Vendimia e Infantil"; las solemnes funciones religiosas de los dos sábados y domingos.
"E DOMINGO DE A OCTAVA" es "El Día Grande", "El Domingo de las Tradiciones", "El Encuentro de Feriantes", "El de la Solemnidad Prevaleciente".
Desde el amanecer, llegan peregrinos desde todos los lugares, a pie, en coche o en guagua. a mayoría carga su mochila con viandas y refrescos, para reponerse del cansancio, emociones y vivencias sobrevenidas.
Todos se dirigen al Santuario. Se sorprenden, al llegar a la plaza; suntuoso escenario preparado para los actos, banderas, banderolas, hojas de palma, recortes multicolores, rosarios de bombillas y otros objetos embellecen el recinto; numerosas carpas acogen a los feriantes; ruletas, tómbolas, turroneras, puestos de venta infantiles, de dulces, de manzana fresca del monte, cochitos locos; ventorrillos en la plaza y alrededores y otras atracciones complacientes.
De pronto, miran hacia el frente y divisan el pórtico, que les conducirá al lugar de las emociones. Allí, balbucearán sus primeras plegarias y se sorprenderán por la belleza de la artística Imagen.
A las 10,45, se acercarán a la Casa Consistorial, para presenciar la aparición del "Pendón" de la ciudad, que es recibido, en riguroso orden protocolario, por a Policía ocal luciendo su mejor gala, por las autoridades civiles (locales, insulares y regionales), consulares , militares , de seguridad y otra índole. Ello, al son de los acordes del Himno Nacional, interpretado por la Banda de Música. Pueblo y peregrinos observan con mucha atención el acontecimiento.
uego, en rigurosa procesión, se dirigen a la Iglesia; allí, les recibe el párroco y todos entran, siguiendo al Pendón , y ocupan sus puestos. El templo está abarrotado de gente, el calor es asfixiante y se suaviza con el revolotear de numerosos abanicos.
El Sr. Obispo preside la "Solemne Función Religiosa", acompañado por párrocos del arciprestazgo.
Terminado este ferviente rito, El Cristo comienza su procesión. Paso a paso, al compás unísono y unánime de los cargadores, llega a la puerta.
¡Momento emotivo y triunfal en que rompen el silencio los Himnos Nacional y Canario, interpretados por las Bandas de Música de Güímar y Tacoronte! Se suceden innumerables explosiones de júbilo emotivo con gritos de ¡vivas!, ¡vítores! y ¡aplausos! Ininterrumpidos.
¡Tremenda manifestación emotiva en todo el trayecto procesional
El Cristo inicia el recorrido, con paso lento, guiado por el redoble del tambor, que marca los compases musicales. e preceden el estandarte, manga-cruz, ciriales, hermandades y numerosos cirios chorreantes, que abren el camino a ambos lados, siendo símbolo y expresión de cumplidas promesas.
Detrás de la Imagen, las autoridades religiosas presididas por el Sr. Obispo y, siguiendo al Pendón, las civiles, militares, consulares, de seguridad y de otra índole, con sus correspondientes Presidentes o Jefes de mando; acompañan Bandas de Música, Reinas y Damas de Honor, Comisión de Fiestas y un gentío inmenso, en cuyos rostros se refleja fe, admiración, emotividad y devoción.
Al pasar por las esquinas, el Cristo se para escuchar la improvisada y emotiva "saeta", "isa" o "malagueña"; es el grito del alma que con voz sensible, nerviosa y emocionada rompe, espontáneamente, en petición pública y manifiesta, unida a la de otros miles silenciosos que se están produciendo en la proyección de su mirada.
El peregrino, en tropel y confundido, cubre escalones, aceras y rincones y espera ávido, inquieto y ansioso el paso de la "Milagrosa Imagen"; cuando llega el momento, se siente anonadado y sobrecogido ante la imponente mirada que El Cristo le lanza; ensimismado, le responde con la suya... y ambas se cruzan y funden en una única reflexión que une lo divino con lo humano; es el momento de la simbiosis sobrenatural del misterio entre Cristo y el hombre, el cielo y la tierra.
Así le habló, en silencio, el peregrino:
¡Oh, Cristo de Tacoronte,
Ojos claros, compasivos...!
¡Que me miras y te miro
Y me dejas confundido!
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¡Ya no sé si soy yo...
U otro ser en mí metido...
Que me transforma a raudales
Todos mis cinco sentidos!
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¡Puede que sea la fuerza...
El poder de lo divino
Que se ha apoderado de mí
Sin que lo haya entendido!
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Entre tanta confusión...
Yo a Ti, también te pido...
¡Que te siga siendo fiel
Sin perderme en el camino!
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Mañana ya no estaré
Para pedirte lo mismo;
Pero Tú, que eres eterno,
Me dejarás muy tranquilo...
¡Sé que no me olvidarás
Y me llevarás contigo!
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El Cristo sigue su marcha...
Entre el ingente gentío.
Se para ante el pórtico
Y de Él yo me despido.
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¡Dame Tú a mí , Señor!
Tu bendición, tu cariño,
Para ir remando juntos...
Porque solo, ¡no hay sentido!