Los municipios del Norte de Tenerife aportaron a la Universidad de La Laguna (ULL) casi 4.200 alumnos en el curso 2014-2015. Según los datos oficiales de la ULL, en 2014 se matricularon 4.151 estudiantes universitarios empadronados en localidades norteñas, un número similar al del periodo 2013-2014. La institución académica no ha cerrado las matrículas para el curso 2015-2016, por lo que aún no manejan cifras oficiales.

En el debate sobre los atascos en la autopista del Norte (TF-5), hay consenso en que el inicio del curso universitario es la gota que colma el vaso y marca la diferencia entre el tráfico denso y los habituales atascos mañaneros. No es que los estudiantes universitarios que llegan del Norte sean los culpables de las colas, pero su incorporación a la vía termina por colapsarla y eso está empíricamente demostrado.

El dato de que el Norte aportó en el curso pasado 4.151 alumnos ayuda a cifrar la solución al problema. De esos 4.151 alumnos hay un porcentaje que estudia por la tarde; reside en el área metropolitana en pisos compartidos, colegios mayores o casas de familiares, o utiliza el transporte público o el coche compartido. De momento, y a la espera del estudio de movilidad de los universitarios que elaboran el Cabildo y la ULL, sólo es posible hacer estimaciones.

Si se partiera de la hipótesis falsa y exagerada de que el 100% de los alumnos del Norte acude a clase en coche no compartido y todos en horario de mañana, la cifra máxima de vehículos que aportarían sería de 4.151. Pero el número real es mucho menor. A esos 4.151 coches habría que descontarles el alumnado con turno de tarde, los que residen en el área metropolitana, los que usan la guagua, los que comparten coche y los que faltan a clase.

En una estimación gruesa, si cada uno de los cinco grupos citados representara el 10% del total (unos 415 estudiantes por colectivo), el número estimado de coches que aportan los universitarios norteños apenas superaría los 2.000. Una cifra inexacta, pero que ayuda a cuantificar una posible solución: para acabar con las colas bastaría con sacar unos 2.000 coches de la TF-5 en las horas punta, entre las 7:00 y las 9:00 de la mañana.

Un leve cambio de horarios en la ULL podría ayudar a acabar con los atascos, pero tampoco es desdeñable la aportación que hacen al tráfico los hospitales. El Cabildo calcula que cada día, entre las 7:00 y las 9:00 horas, unas 500 personas se desplazan del Norte a los hospitales del área metropolitana para extracciones de sangre, y desde las 8:30 hasta las 15:00 horas, otras 1.700 acuden a consultas externas.

Unas 500 personas para sacarse sangre, que difícilmente utilizarán coche compartido ni transporte público, y 1.700 personas para consultas con especialistas, de las que un buen número acudirá a primera hora.

En otra estimación gruesa, los hospitales pueden aportar fácilmente unos 1.000 coches a las horas puntas. Sin contar con los trabajadores sanitarios.

Si las analíticas se hicieran en unas dependencias ubicadas en el Norte, en lugar de propiciar 500 desplazamientos diarios, bastaría con una furgoneta que desplazara todas las muestras a los hospitales. Menos tráfico, menos colas y menos gastos para los pacientes. Si a los pacientes del Norte se les citara solo a partir de las 10:00 horas, el volumen de tráfico también descendería en las horas críticas.

Tampoco está cuantificado cuántos vehículos acuden a diario al área metropolitana para realizar gestiones en el Cabildo, el Gobierno de Canarias y la administración del Estado. Ni cuántos trabajadores de estas administraciones acuden a diario a trabajar a las 8:00 horas al área metropolitana desde el Norte.

Quizá la solución definitiva al problema de los atascos pase por ir quitando coches de la vía en horas punta hasta sumar esos 2.000 que terminan por colapsar la TF-5. Podrían salir de la universidad, pero también de la universidad y de los hospitales, o de una suma entre universidad, hospitales y otras administraciones públicas.

Quizá la solución definitiva no esté en ejecutar grandes obras a largo plazo, sino en aplicar pequeños cambios de horarios, usos y costumbres de forma inmediata.