A Manuel Hernández y a su familia les cambió la vida en una reunión. Hace apenas nueve días, políticos y técnicos del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz les informaron de que su casa de la calle Pelinor, en Punta Brava, no era segura. De que la existencia de dos grandes cuevas bajo su vivienda, de tres plantas, y otras cinco edificaciones de la misma calle, obligaba a las autoridades a desalojar la zona por motivos de seguridad. Hoy se cumple el plazo límite que dio el consistorio para abandonar las casas y Hernández concluirá hoy la mudanza a un piso cuyo alquiler sufragará el ayuntamiento de la ciudad turística mientras se resuelve un problema que fue creando el mar durante décadas. Manuel y su familia se despiden de su casa y de su barrio, pero esperan poder volver "lo más pronto que sea posible".

Lograr que el recodo de la calle Pelinor entre los números 29 y 38 vuelva a ser estable y seguro no será una tarea fácil. Harán falta muchos recursos económicos y una concienzuda tarea técnica. El Ayuntamiento portuense se ha comprometido a encargar con urgencia la elaboración de un estudio de alternativas técnicas para intervenir en dos cuevas que la mayor parte del año están sumergidas y a merced del fuerte oleaje de Punta Brava. Para complicar aún más la tarea, la calle Pelinor es un estrecho y sinuoso callejón en el tramo afectado, por lo que no hay espacio para que entren vehículos ni maquinaria pesada.

Manuel y su familia se afanaban en la tarde de ayer para meter sus pertenencias en cajas y poder cambiar hoy de casa. Se mudarán cerca de la plaza del Charco, porque por ahora ha sido imposible conseguir una casa que se asemeje a la que tienen en Punta Brava.

Lo que más preocupa a Manuel es tener que cambiar su estilo de vida y, por ejemplo, no contar con espacio suficiente para recibir las habituales visitas de sus cinco nietos pequeños y el resto de su familia. Mientras inicia una nueva etapa a dos kilómetros de su barrio de toda la vida, insiste en que su objetivo es "volver a mi casa, con toda la seguridad, y que en este tiempo no pase nada con nuestra vivienda".

El compromiso del ayuntamiento es pagar el alquiler de las casas de las cuatro familias desalojadas mientras dure el problema (se precintaron otras dos viviendas que no eran primeras residencias). A partir de hoy, el consistorio empezará a trabajar para cerrar con muros el tramo inestable de la calle Pelinor.