El sistema de cordón trenzado de las viñas del Valle de La Orotava es único en el mundo. Esta forma de entrelazar y extender las parras a poca distancia del suelo se mantiene desde hace siglos en la comarca, pero el Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Valle de La Orotava reclama ahora apoyo institucional para evitar su progresiva desaparición. Mantenerlo da más trabajo, es más caro y existen otros sistemas más cómodos y eficientes, pero la apuesta del consejo es lograr que sea un patrimonio a conservar y que no llegue a perderse nunca.

El presidente de la entidad, Jesús Corvo, hizo esta semana un llamamiento al Ayuntamiento de La Orotava, el Cabildo de Tenerife, el Gobierno de Canarias y el Gobierno de España para que protejan esta tradición agrícola y contribuyan a su mantenimiento en el paisaje del Valle. La petición de Corvo encontró buena acogida en el alcalde villero, Francisco Linares (CC), quien se comprometió a convocar una comisión técnica y política para analizar la fórmula más adecuada para proteger el cordón trenzado. Se trata del primer paso que se da para salvar una forma de cultivo de la viña que es una seña de identidad y un atractivo más para el Valle de La Orotava.

El origen de este sistema de conducción de las viñas no está claro, aunque historiadores como José Manuel Hernández señalan que es posible que llegara con colonos portugueses, probablemente de Madeira, en los primeros años del siglo XVI para facilitar el cultivo de la malvasía.

Hernández cita en el trabajo "La viña en cordón en el Valle de La Orotava", de Verónica Gea Fernández (2010), al ilustrado José de Viera y Clavijo, quien en su Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias (1866), habla de esta forma de cultivo en referencia a la malvasía: "Es un espectáculo agradable el de aquellas haciendas de viña, dispuestas en carreras levantadas del suelo en horquetas altas, cuyos sarmientos, entretejidos y ligados, forman unas prolongadas barandas de pámpanos".

Gea también señala que una probable justificación del uso de este sistema de cultivo era la posibilidad de combinar en una misma parcela las viñas con el cultivo de papas. Antiguamente los cordones se retiraban hacia las orillas de la parcela para poder sembrar las papas. Concluida la cosecha de tubérculos, el cordón volvía a su lugar y se levantaba con las horquetas de madera. Las viñas en cordón podían moverse para liberar espacio en las huertas.

El citado trabajo de Gea indica, con datos de 2008, que el 83,6% de la superficie dedicada a viñas en el Valle de La Orotava usaba el sistema tradicional de conducción en cordón trenzado. Un porcentaje que se ha reducido en los últimos nueve años por abandono de cultivos o porque, según afirma Corvo, "en algunas fincas se han arrancado las viejas viñas para aplicar sistemas más cómodos para trabajar, como las espalderas".

Agustín Farráis, enólogo de Bodega Tajinaste, destaca que el cordón es "una potente seña de identidad del Valle de La Orotava", cuyo principal inconveniente es que impide por completo la mecanización: "Todo debe hacerse a mano y eso encarece su mantenimiento. Otros sistemas permiten mecanizar la retirada de las hierbas, los tratamientos fitosanitarios e incluso la vendimia. Pero se trata de algo único".

Pese a que la modernización de la viticultura es una amenaza para el cordón trenzado, en el Valle de La Orotava aún es habitual encontrar cordones formados por viñas con más de 50 años, muchas de ellas centenarias.

El cordón es una trenza que se realiza durante años con los sarmientos de la parra. La altura del suelo oscila entre 0,60 y 0,80 metros, con una longitud de entre tres y quince metros. Su mantenimiento requiere una gran labor manual en todas sus etapas, desde la poda a la vendimia. En los últimos años se han sustituido las horquetas de madera por hierros de obra, mucho más resistentes.

Un compromiso público en defensa de esta tradición agrícola

El alcalde de La Orotava, Francisco Linares, anunció en la rueda de prensa de la presentación de la cosecha de vinos del Valle de La Orotava, que se celebra el día 21, la próxima convocatoria de una comisión técnica y política para buscar una fórmula que permita proteger y conservar el cordón trenzado, una forma de cultivo que marca el paisaje también a vista de pájaro.