Ayer tocó una de esas romerías orotavenses en las que el calor parece que lo puede todo, que el sol, el bochorno, los sudores, los trajes pegados a la piel y la necesidad continua de refrescarse distorsionarán la jornada. Pero no. Con una excelente organización del Liceo Taoro, que logró ayer uno de los desfiles más coordinados y sin grandes huecos desde hace muchos años, y con miles y miles de personas detrás de 88 carretas (se inscribieron 90, pero faltaron 2), la espina dorsal villera que va desde el barrio de San Antonio, pasa por la calle Salazar, San Francisco, La Carrera y El Calvario volvió a demostrar que no hay fiesta en Canarias como esta y que de nada sirven crónicas de este tipo si no se han vivido: deben venir.

Con media hora de adelanto, a la una de la tarde partieron las primeras carretas ubicadas desde temprano en la calle Salazar. Así, fueron bajando hasta la entrada de San Isidro y Santa María de la Cabeza en El Calvario en torno a las 8. Eso sí, y como saben bien los villeros más hedonistas, la romería más increíble y antigua (en esta vertiente) de Canarias realmente empieza cuando acaba. Y lo hace en la plaza del quiosco, en la del Llano, en la del ayuntamiento, en el bar del Oreja (en La Cruz del Teide) y en las carretas aparcadas hacia El Ramal o subiendo la avenida (ayer más que nunca), así como en múltiples bares y casas en las que los calores, en realidad, vienen de dentro: del vino, de las ganas de vivir y de romper con reglas.

Antes, y porque hay un jurado, los romeros más currantes demostraron su arte con carretas meritorias, como la número 39 y sus escalofriantes fotos antiguas o como la del sombrero de mago, la más que fina de cintas de José Enrique o los muchos y cuidadísimos carritos de niños. Un verdadero lujo.

Esta joya etnográfica puso el broche perfecto a unas intensas fiestas que, tras las alfombras, tuvieron continuidad el viernes con un baile de magos marcado también por el calor y la coincidencia con la noche de San Juan, pero que, sin embargo, presentó bastante gente en la plaza del ayuntamiento, la zona joven de El Puente, las orquesta junto a La Palestra y el área folclórica y para cenar en la plaza Quinto Centenario. Además, la romería chica del sábado también se vio un poco deslucida por la decepción del Tenerife y llevó menos gente a las calles, aunque todo se compensó de sobra ayer.