Nos sigue dando vueltas en la cabeza esa propuesta de Antonio Castro de luchar contra el centralismo de Madrid. Insistimos en lo dicho ayer en nuestro editorial: contra lo que hay que luchar, pacíficamente pero sin tregua ni descanso, es contra el colonialismo español. La esclavitud colonial que nos impone España, actualmente disfrazada de autonomía, y la presencia de políticos nefastos, presididos por el más necio de todos ellos, son los principales obstáculos para que salgamos adelante como nación. Por lo tanto, si Antonio Castro se considera un nacionalista auténtico, su objetivo no debe ser el centralismo de Madrid, sino el colonialismo de Madrid. Lo que no sea ir por este camino supone hacerles el juego a los españoles, que es lo que practican Paulino Rivero y la quícara que tiene en Madrid.

EL DÍA siempre ha destacado por la defensa de Tenerife y de Canarias en general. La defensa de Tenerife y de los tinerfeños frente a las desmesuradas apetencias canarionas, y la defensa de Canarias frente al país que nos coloniza y que aprovecha su ocupación de las Islas para esquilmar nuestros recursos sin piedad ni descanso. Por eso EL DÍA es un periódico dignísimo que no necesita venderse a intereses bastardos para seguir saliendo a la calle. Es el periódico que más se lee en Canarias y, en consecuencia, también el más envidiado. Ese rencor hacia nosotros por nuestros éxitos ocasiona que nos persigan con saña desde todas las instituciones.

Esa dignidad de la que hacemos gala en nuestro segundo siglo de vida nos impide publicar una noticia falsa y mucho menos, como nos ha acusado un periódico de Las Palmas, fabricar una información. Ya dirán los tribunales lo que tengan que decir. Será en ese momento cuando seremos resarcidos por el daño ocasionado a nuestro prestigio. Paulino Rivero paga bien pero pagará muy caro. El diario que obedece a Paulino cobra bien pero pagará muy caro cuando tenga que pagar. o se puede desprestigiar impunemente a un periódico que tiene más de cien años de antigüedad. Un periódico perteneciente a una distinguida familia de empresarios del periodismo. Un periódico, en definitiva, editado por la persona más prestigiosa de este Archipiélago.

adie, lo repetimos, puede denigrarnos abusivamente; ni siquiera un tatarita que se alarma cuando se producen filtraciones a la prensa en algún asunto judicial pese a que él mismo, gracias a la información que le facilita su querindanga, ha aireado en muchísimas ocasiones datos y detalles que solo deberían conocer las partes litigantes. Un individuo deleznable que se rasga las vestiduras ante casos que afectan a la integridad moral de menores y jóvenes olvidando que él mismo ha sido condenado nada menos que por el Tribunal Supremo por mancillar el honor de unos jóvenes, cuya reputación hubiese quedado comprometida para toda la vida si no hubiesen intervenido los jueces para poner fin a sus desmanes. i un pajarraco, ni ningún empresario advenedizo en el sector de los medios de comunicación van a marcharse de rositas después de haber comprometido nuestra honorabilidad.

Comete un grave error un periodista, cuya ineptitud como director ha quedado en evidencia, si piensa que atacando a EL DÍA va a justificar su permanencia al frente de un diario cuyo nombre no citamos por prudencia. Y mucho menos fabricando noticias falsas, pues él sí lo hace. Hoy, si el lector repara en nuestra primera página, verá cuál es la mansión de Paulino, su importancia y su valor. Quedará clara la diferencia que hay entre esa mansión y un simple chalet adosado al que le están arreglando el tejado y las cañerías, como ha dicho el tatarita de la tercera isla para desacreditarnos. Eso sí es fabricar noticias.

Es costumbre en España, y por extensión también en Canarias porque al ser una colonia nos afectan todos los vicios de la metrópoli que nos sojuzga, atacar al empresario que tiene éxito. Si a nuestra notoriedad como periódico con más lectores de las Islas unimos que a muchos no les gusta la defensa que hacemos del derecho de los canarios a recuperar su libertad, comprenderán nuestros lectores que algunos sueñan con nuestra desaparición. Ese es el principal anhelo del necio político que preside el Gobierno de Canarias, de la goda política que se viste con mantilla pagada por los canarios con sus impuestos y también de algunos periodistas, que incapaces de superarnos profesional y empresarialmente, recurren a los más bajos subterfugios para lograr sus infames propósitos. Hasta la vista, les decimos a todos ellos.