¡¡Sin duda alguna!! A mí, personalmente, no me cabe la menor duda; y todo lo que sucede en Canarias me preocupa, me inquieta, me perturba y me produce una gran indignación al constatar que al pueblo canario -que continúa instalado en su secular indolencia y apatía- se le ningunea constantemente, no se le tiene en cuenta y, sobre todo, se le ignora olímpicamente, ¡como si no existiera! ¿Merecemos realmente todo lo que estamos pasando? Porque entonces resulta que es verdad que cada pueblo tiene lo que se merece; aunque yo me niego rotundamente a aceptar esa realidad, aunque a la mayoría del pueblo canario parece no importarle su caótica situación.

Canarias, como decimonónica y obsoleta colonia española en África, es víctima y sufre las peores consecuencias de todo lo que ocurre en esa España, decrépita y decadente, en plena descomposición. Y en este sentido, recomiendo fervientemente la lectura de un magnífico libro titulado "España: destino Tercer Mundo", del periodista de EL PAÍS Ramón Muñoz, que no tiene desperdicio y retrata nitidamente la situación actual de ese país, que no existía como tal cuando las tropas castellanas y los vándalos mercenarios invadieron este Archipiélago y masacraron al pueblo aborigen que lo habitaba pacíficamente. Todo lo que dice en su libro el citado periodista es rigurosamente cierto: España no produce; tiene una escalofriante deuda de 900.000 millones de euros, el 90 % del PIB; y está prácticamente en suspensión de pagos; con el agravante de que tiene un pasivo exigible a corto plazo cifrado en 40.000 millones de euros, solo de intereses. Por lo tanto, la gravísima situación económica que padece España, que tanto y tan mal repercute aquí, en la colonia, no es ninguna crisis como se le llama eufemísticamente; es una auténtica recesión sin vuelta atrás. Es más, no sería nada extraño que se instalara un "corralito", como en Argentina, con las consecuencias de toda índole que ello llevaría implícito. Mientras tanto, la Troika europea ya está en Madrid para verificar si la banca ha hecho sus deberes. El problema de Canarias radica en que, de seguir así, España nos arrastrará al abismo, como ya he vaticinado en alguna otra ocasión a propósito de la que está cayendo, y no levantaremos cabeza más nunca. No hace falta ser un lince para darse cuenta de cuál es la verdadera situación de Canarias: presa de un sistema colonial impuesto por la fuerza de las armas, que dura ya seis siglos, ¡que se dice pronto!, mediante el cual España nos explota y nos saquea de forma inmisericorde; al tiempo que nuestro sistema productivo está en manos foráneas, el sector primario no existe prácticamente, y somos un encorsetado y canallesco mercado cautivo, consumidor de excedentes comunitarios, donde todo se importa, para que sigamos siendo más dependientes todavía. Con el turismo (un fenómeno social que no controlamos) como única industria, sin posibilidad de diversificar nuestra economía. Hasta tal extremo es nuestra dependencia exterior que no tenemos siquiera la tan necesaria y autosuficiente soberanía alimentaria, con todo lo que ello implica. ¿Quiénes son los verdaderos culpables?

Desde luego, España, en primer lugar, como potencia colonizadora; y en segundo lugar, la llamada clase política que "nos gobierna" y que solo mira para sus espúrios intereses personales y de partido, de cuya existencia y continuidad solo tiene la culpa el pueblo que consiente a esos políticos sin escrúpulos, y los medios de comunicación que les dan pábulo. Porque, ¿quién, si no, votó a esa chusma política que dice representarnos? ¡¡Yo por supuesto que no!! Hace tiempo que no voto, ni creo en esa democracia que, en la práctica, es una partitocracia que alimenta y mantiene un feroz bipartidismo, sustentado, a su vez, por un perverso sistema electoral proporcional que beneficia a las mayorías, en detrimento de las minorías.

Unos políticos que solo miran para ellos, y que no no solo no han tenido la decencia de rebajarse sus suculentos sueldos, sino que además son incrementados con aportaciones adicionales del llamado Parlamento de Canarias; un verdadero antro político, absolutamente inoperante, que no sirve para nada, y cuyas decisiones no son vinculantes. Y en el cual se mantienen de cara a la galería artificiales debates políticos, con enfrentamientos dialécticos que son pura comedia y pantomima. Y ahí está ahora el denominado cínicamente "Pacto por Canarias", con el que tanto CC como las franquicias de los partidos españoles PP y PSOE pretenden seguir controlando el cotarro y mantener el actual "statu quo". ¿Cómo se puede seguir aguantando a toda esa gentuza?

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