El Carnaval es la industria más importante de Santa Cruz, y no podemos seguir tratándola simplemente como una fiesta más. No hay otra actividad que concentre tanta creatividad, talento y potencial económico, ni que esté directamente conectada con tantos subsectores de nuestro tejido productivo.

Sin embargo, hasta ahora no hemos sabido aprovechar todas las oportunidades que el Carnaval ofrece a nuestro desarrollo económico. Ni siquiera disponemos de datos pormenorizados sobre su verdadera dimensión financiera, y cada año comprobamos como sus protagonistas dan un nuevo paso en el camino de la innovación, dejando atrás a una organización incapaz de seguirle hoy el ritmo a la fiesta.

Y aclaro que no censuro al concejal de Fiestas, pues creo que Fernando Ballesteros está trabajando con discreción y mucha voluntad para sacar adelante la producción municipal, aunque no comparta todas sus decisiones en un año tan duro como el que vivimos. Además, es justo reconocer que buena parte de su trabajo está condicionado por una estructura administrativa que necesita cambios, y por un enfoque inmovilista impuesto por el pacto de Gobierno de CC y PSO en la Alcaldía.

Pero nuestro Carnaval no lo hace el Ayuntamiento, lo hace la gente, y no es una frase hecha ni me refiero exclusivamente a los grupos. l Carnaval lo hacemos decenas de miles de chicharreros de forma anónima, al poner en común nuestro carácter y forma de entender la vida. so es lo que en realidad nos hace diferentes, y por eso no hay otra fiesta igual en todo el mundo. s un error, por tanto, analizar el Carnaval observando solo la transformación que vive la Ciudad un par de semanas al año, como si fuera un paréntesis en el día a día de nuestra realidad económica y social.

Como consecuencia de la crisis, vivimos inmersos en un proceso de cambios sin precedentes, y el Carnaval no puede ser una excepción. l Ayuntamiento está tardando en iniciar las reformas que la organización de la fiesta exige para garantizar su futuro. Necesitamos un nuevo modelo de gestión, que asuma de una vez su dimensión industrial y económica, que ponga en valor la capacidad creativa de sus agentes, explote su incalculable valor como reclamo turístico, y aporte riqueza y empleo todo el año.

Mucho habría que debatir sobre el gasto que su presupuesto representa en las arcas públicas de Santa Cruz, el insuficiente respaldo de las instituciones públicas, o sobre la recuperación de espacios imprescindibles como la Plaza de spaña. También habría que hablar de la política de subvenciones a los grupos, o de la insuficiente cobertura televisiva nacional e internacional, en la que el Carnaval de Las Palmas nos adelanta y supera cada año, transmitiendo al mundo entero la imagen de un espectáculo al aire libre en pleno invierno europeo, como hizo el pasado viernes en prime time desde la Primera de TV.

Pero no es este el formato ni el momento para poner el acento en la crítica. Ya habrá tiempo. A tres días para conocer el nombre de la nueva reina, y a punto de que nuestra fiesta salte a la calle a partir del próximo viernes, prefiero quedarme con el esfuerzo de tanta buena gente por mantener viva la ilusión del Carnaval. Prefiero quedarme con las ganas de un pueblo empeñado en demostrar que Santa Cruz y Carnaval son una misma cosa, que nuestra ciudad tiene solución, y que la industria de la fiesta forma parte de esa solución.

Vivimos tiempos muy duros, pero deseo de corazón que todos encontremos estos días un momento para la evasión, la convivencia y la felicidad en común.

¡Feliz Carnaval, Santa Cruz!

* Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Santa Cruz y vicesecretaria regional del PP

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