Es usual que cuando se acerquen las fiestas o eventos de marcada repercusión se aproveche para reivindicar. so lo hemos sufrido todos con las compañías aéreas en fechas como Navidad, Semana Santa y ahora Carnavales. stos días muchos viven todo el año de los ingresos que generaran la afluencia de gente durante el Carnaval. Soy de los que pienso que en este país, cuando se dispone de un trabajo es para dejar de trabajar. Me explico, entre bajas, salidas para fumar, desayunos, puentes, festivos y alcanzar una jubilación temprana... se acabo el producir. so ligado a que el empresario es el enemigo a batir. s complicado buscar la solución. Son comportamientos asumidos en el modelo productivo y muy arraigados en la sociedad donde nos movemos. Pero entiendo que mejoraría si nos parásemos a reflexionar que con la que esta cayendo lo importante es remar para adelante y salir de este mar de las calmas. Los registros de parados que guardan los Servicios Públicos de mpleo (antiguo Inem) hacen una foto fija mensual de cómo evoluciona el número de personas que mes a mes se quedan sin trabajo, rondamos los 6 millones. s para preocuparse y mucho. l número crece de forma alarmante. Mientras que los que disponemos de ese bien necesario para ingresar "perras" y subsistir, piensan en dejar de hacerlo. Y es que pese a los tiempos, el mal que hay que combatir es el paro. s poco sensato que ese mal se combata con la misma clase de mal, es decir, parar de producir. l mal se debe combatir con el bien, y ese bien es producir para que todos puedan acceder a un empleo y que nuestro relevo generacional no emigre, ofrecer posibilidades, generar confianza en nosotros mismos -no en los políticos ni en sus organizaciones, incluidas las sindicales-. Y son en estas épocas cuando se deben cambiar hábitos. Y los parados; que son nuestros compañeros, amigos, vecinos, hermanos, están dejando de ser personas. stamos expuestos cada vez mas a un incendio. Continúan lanzando chispas con lo seco que se esta quedando el pajar. Así las cosas, para defender a los que hoy trabajan -a los trabajadores-, que con sus impuestos y aportaciones están contribuyendo que la máquina siga adelante, se dispone de una excelente herramienta de libertad, consagrada en la Constitución, son los sindicatos, unido a otro magnífico derecho fundamental, que no es otro que el Derecho a la Huelga. No existe un modelo de sociedad occidental en el que los sindicatos no tengan un papel determinante. Digo más, no se podría concebir el propio modelo de sociedad sin esa presencia sindical. Por mucho que se varíe el propio modelo económico, los sindicatos son una parcela del poder social y del poder político. Pero existe una pérdida de confianza en el sindicalismo actual, no en el poder sindical. sta pérdida obedece -entre otras cosas- al fruto de su politización. Los sindicatos dejaron de estar en manos de trabajadores para pasar a manos de funcionarios sindicales -liberados- y un gran entramado de estructuras que han perdido la esencia de su creación. Por recordar, aquellas primeras asociaciones obreras que se organizaron por el año 1840, creadas para la resistencia y reivindicación de los derechos de los trabajadores, esgrimían la huelga como arma de lucha. ra época de clandestinidad. Seña de identidad de la lucha obrera. Se echa de menos una verdadera mecánica de defensa del trabajador que sea efectiva en todos sus aspectos y que no pase por dejar de hacer un mal mayor que el que se pretende evitar. l trabajador usa el arma de la huelga por el abandono y la indefensión, habiendo agotado las vías previas. sto siempre no es así y hoy en día se deben exprimir -si cabe- muchísimo más las negociaciones previas a la movilización. Pero en medio de todo, está el resto de los ciudadanos. ¿Qué pasa con ellos? Por ello hay que ver si en la mayoría de ocasiones estas armas de defensa de la clase trabajadora no son más que justificaciones para la razón de existir del entramado actual de las organizaciones sindicales.

* Abogado director del Bufete Inurria

@inurriaabogado