Cuando el Partido Popular accedió al poder, aupado por un programa electoral que una población tomada por el desánimo creyó sincero, aún se oía hablar del “pleno empleo” como la meta que alcanzar cuando ya las cifras de parados en este país eran insos- tenibles. Han pasado un año y tres meses escasos y no hemos visto otra cosa que recortes brutales –que el Gobierno llama reformas necesarias–, privatización de lo público y pretensiones de jibarizar y estigmatizar a las comunidades autónomas y los ayuntamientos en favor de un Estado cada vez más centralista que, sin embargo, es el que más derrocha y el que se ha revelado incapaz de aplicar rece- tas que funcionen.

Los resultados están a la vista: en el primer año de legis- latura del PP España tiene casi 692.000 parados más que el anterior, lo que supone un aumento del 13,1%. Al igual que el repunte del paro en 2012 fue sensiblemente superior al de 2011, el número de empleos destruidos el año pasado sobrepasó con creces al del ejercicio precedente. Es decir, en 2012 se destruyeron 850.500 puestos de trabajo frente a los 600.600 que se perdieron en 2011. Curiosamente, son las comu- nidades autónomas en las que gobierna el PP las que han tenido destacados crecimientos del paro, siendo Balea- res la única que ha reducido el número de desemplea- dos. Canarias, a pesar de las circunstancias desfavora- bles y del ahogo sistemático al que nos somete el Estado, es la cuarta comunidad en la que menos ha crecido el desem-

En tan solo un año se han perdido más de 158.000 activos, hay una tasa de actividad negativa y la tasa de paro crece en más de 3 puntos pleo. No hace falta que nadie venga a contarlo, porque es evidente el resultado de las políticas aplicadas por el Partido Popular, pero basten como ejemplo las palabras de Guy Rider, director general de la Organización Internacional del Trabajo, quien, recientemente, calificó los datos sobre el desempleo en España de “terribles”.

A estas alturas al Partido Popular le quedan pocas excu- sas que dar. Apelar a trillada expresión de la herencia recibida no solo es un insulto a la inteligencia de los ciu- dadanos, sino una salida infantil. Cuando uno recibe una herencia exigua y la dilapida en dos días o la administra de forma irresponsable no puede escudarse en lo poco y malo que le dejaron para eludir su pésima gestión. Levantar un país no es fácil, eso nadie lo niega, pero se hace aún más difícil cuando se persiste en el error de aplicar recetas que se han revelado no solo ineficaces, sino nefas- tas. Se siguen suprimiendo ayudas y castigando al más vulnerable pero, de manera paralela, no se pone en mar- cha una sola iniciativa de activación económica.

Se sigue recortando a los trabajadores y ahogando a las pymes y se les castiga, además, subiendo los impuestos. Se obliga a las comunidades a tomar decisiones injus- tas, sin diferenciar entre las que han hecho sus deberes, como Canarias, y las que han dilapidado recursos públi- cos, y en las que, curiosamente, gobierna el PP. Trans- currido un año de las elecciones y sin cumplir ninguna de sus promesas, el Partido Popular sigue sin coger el toro por los cuernos y sin abrir puertas a la esperanza.