Y cada vez más. A pesar de la tecnología, cuyos avances no cesan, es aun mayor el avance de la burocracia que asfixia las diligencias, la prontitud y, si en muchos momentos la instantánea se hace evidente, en otros, y en diferentes compartimentos de la burocracia, la lentitud es desesperante.

Weber fue el que, desde la sociología, llegó a decir que la burocracia no es un instrumento dócil en manos de los poderes públicos. Los conflictos internos que oponen entre sí a los funcionarios explican los bloqueos e inercias de la Administración, aunque la consecuencia más importante del Estado del bienestar fue pacificar las relaciones de los ciudadanos, y para ello se instauró como garante de la violencia que no podría estar cuestionada, porque ella fue la que sustentó y dio origen al capitalismo.

Ahora la dominación de las sociedades se hace a través del conocimiento y de la trasmisión de este conocimiento, lo que favorece que un país esté más desarrollado que otro y tenga un futuro más prometedor. Y ahí estriba uno de los graves errores de la política de altura, la que distribuye los dineros entre compartimentos en un sitio y otro, pero aquello que no se ve sino a largo plazo, como los proyectos de investigación, la realidad científica capaz de generar riqueza, se relega a un lugar apartado porque las necesidades sociales son tan imperiosas y se necesita una respuesta rápida y contundente que redunde en el beneficio inmediato de la sociedad, sea la sanidad, la educación y los servicios sociales serán prioritarios, porque en épocas de decadencia capitalista al menos hacen de colchón para que revueltas sociales que pueden estar pendientes se amortigüen, dejando para más adelante que la ciencia sea capaz de abrir nuevos caminos y que sea el progreso con mayúscula el que defina y dé confort. Desde una sociedad plenamente burocratizada que fagocita al Estado, que lo compromete y aun lo pone en evidencia de su fracaso protector es difícil para los gobernantes buscar un punto de inflexión capaz de promover realidades que sean aceptadas por esa misma sociedad cuya burocracia la ha despersonalizado y cuando no despojada de medios de subsistencia.

Los Estados se han fortalecido y otros han concluido su trayectoria, pero si lo hicieron mediante guerras y destrucción ahora una nueva amenaza subyace bajo los movimientos de una sociedad que no sabe muy bien a dónde dirigir su pasos y que la burocratización de la misma impide ver mejor el bosque por la cantidad de maleza que ha generado entre expedientes, papeles y mensajes electrónicos que sirven, que es un ligero avance, pero que no definen ni proyectan que las cuestiones vayan mejor.