Me causó bastante impacto verla en un vídeo colgado en Internet mientras huía con la cara ensangrentada perseguida por una chusma enloquecida. Las personas, una a una, suelen ser muy respetables. Cuando se convierten en masa actúan de otra forma. Sobra con ir a un campo de fútbol para comprobarlo. La fugitiva accidental se llama Carmen Andrea Rengifo y es una de las corresponsales en Caracas de la emisora de radio y canal de televisión colombiano RCN. ¿Su delito para merecer el intento de linchamiento? uy simple: unos cuantos chavistas que se habían concentrado ante el hospital militar donde a esas horas seguía el cadáver de su líder consideraron que RCN había sido muy crítico con Hugo Chávez y sus manejos.

Carmen huía de la muchedumbre rabiosa acompañada por su cameraman que, soportando los golpes que le daban hasta con cascos de motorista, seguía grabando la escena. "La policía. Hay que avisar a la policía. ¿Dónde está la policía?", exclamaba la reportera con el rostro teñido de rojo. "Qué infeliz", me dije para mis adentros. "Cómo se le ocurre llamar a una policía necesariamente adepta al régimen. Si cae en sus manos, lo más probable es que camino de la comisaría le partan la cara por el otro lado para que sangre equilibradamente".

Aunque durante 36 años -37 en octubre- me he ganado la vida ejerciendo el periodismo, cada día siento menos afecto por este oficio. e saca de quicio, por ejemplo, ver a una muchedumbre de fotógrafos, redactores, cámaras y otra gente de ocioso vivir montando guardia ante la casa de Bárcenas para obtener tras largas horas de espera como mucho una mueca de desprecio. e cabrea no porque jodan a un golfo durante treinta segundos dos veces al día -cuando sale de su casa y cuando vuelve a ella-, sino porque inclusive para un periodista bisoño existen mejores ocupaciones que rastrear el trillado camino de una noticia manida. Y así podría seguir caso tras caso hasta cansarme y cansarlos a todos ustedes.

Un desdén que no me impidió, sin embargo, sentirme solidario con esa chica agredida sin más culpa que estar allí ganándose los garbanzos como buenamente sabe. ¿Ha podido influir algo ella en la línea editorial de la emisora para la que trabaja? Contemplando su juventud, lo dudo. En cualquier caso, ¿es democráticamente lícito agredir a un informador porque su medio no está de acuerdo con la política de un presidente, de un partido político o, ya que estamos, de todo un régimen? Por supuesto que no.

No lo es en una democracia pero sí en una dictadura militar apellidada como revolucionaria que se pasa sus propias leyes -verbigracia la Constitución que hizo aprobar el mismísimo Chávez- por el forro de lo que les cuelga a su líderes entre las piernas. Aunque no es esto lo que me indigna. Lo que me saca de quicio es el silencio de tanto progre al uso, cercano y no tan cercano. ¿Se imaginan ustedes lo que estaría pasando en España si una chica como Carmen Rengifo hubiese sido agredida, pongamos por caso, frente a la sede del PP mientras cubría una información? Prefiero no pensarlo.

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