José Luis Perestelo intentó narrar ayer , con voz entrecortada, la historia de un maestro del "campo" que llega a ser presidente. Fue el discurso elegido para despedirse de 13 años al frente de la Isla. Para dejar de lado "una historia de amor y compromiso" como máximo responsable del Cabildo de La Palma, institución que ahora, desde ayer, está en manos de Guadalupe González Taño.

Tras asuntos menores, lecturas de actas y algún que otro intercambio político sin relevancia, el secretario comunicó el cese, "por decisión propia", lo dijo con especial entonación, quizás queriendo remarcar que nadie lo destituía, del presidente del Cabildo. Perestelo tomó la palabra. Al principio, relajado: "En mi juventud decidí que quería hacer cosas por esta tierra y su gente. Lo he dado todo por La Palma. Lo he hecho lo mejor que he podido, sacando muchas fuerzas de donde no las había, multiplicando recursos en tiempos de escasez. Pero aún así, es mucho más lo que me han dado a mí La Palma y los palmeros".

La voz se le fue entrecortando. Mano izquierda apretada; en la derecha sujeta una pluma. Cinco folios, no más, ubicados en su bancada, en medio de sus brazos, para intentar narrar demasiadas vivencias. "He tenido que tomar una decisión que es, sin duda, de las más difíciles de mi vida y de mi carrera política, pero créanme que lo he hecho únicamente pensando en La Palma y en sus necesidades. Sabiendo que era el momento idóneo para iniciar una nueva etapa y dejar al frente de esta institución a un equipo joven, pero preparado...".

Perestelo recurrió al agua para "acelerar" la voz. A su lado, muy cerca, la nueva presidenta y Maeve San Juan arrugaban el semblante para evitar sollozos. Primitivo Jerónimo acercó un poco el micrófono a "su" líder. Por aquel entonces, el maestro de Los Galguitos ya había dejado claro que defendería a La Palma desde su puesto de diputado nacional, "donde voy a luchar para que nuestros hijos y nietos y las generaciones futuras tengan las oportunidades que se les negaron a nuestro padres". Luego, sin tiempo para la reflexión, con la mirada fija, sin titubeos, afirmó: "Somos un pueblo luchador desde nuestro origen. Un pueblo fuerte, que no se rindió nunca, por mal que fueran las cosas. Repelimos los ataques piratas y rechazamos a quienes quisieron esclavizarnos y aún en las peores épocas, siempre salimos adelante".

El todavía, en aquel suspiro, presidente levantó por un instante la cabeza del papel, tomó oxígeno, para dar énfasis a un "estoy orgulloso de ser palmero, de compartir con todos ustedes el amor por esta Isla y por haber conseguido, junto a un equipo inmejorable, que se convierta en referente de bienestar en el Archipiélago, algo impensable tan solo unas décadas atrás". Antonio Castro, muy cerca de Claudina Morales, miraba desde la grada, desde primera fila, una despedida diseñada entre todos. En el seno nacionalista, con unos a favor y otros, también, en contra. Una decisión de riesgo.

José Luis Perestelo no se olvidó de su gente. Incluso, en el fondo, evitó verdades, sus verdades, para no dañar a nadie. Reconoció el trabajo de sus compañeros, de la oposición, de los medios de comunicación, de su familia y quiso despedirse de forma especial "de todos y cada uno de los palmeros y palmeras", quienes lo han visto crecer "como hombre y como político" y lo conocen "mejor que nadie".

Tras un "gracias por confiar, por creer, por soñar...", el político saucero recibió el aplauso, en pie, de todos los consejeros de Coalición Canaria, de su partido, también de Asier Antona en la grada, mientras la oposición, todos, se mantuvieron sentados en sus "escaños". Guadalupe González tomó el mando para pedir cinco minutos de receso, aquellos dedicados a los abrazos de alguien que en ningún otro lado sentirá tan de cerca "el cariño de la gente, la ilusión de los más jóvenes, la gratitud de los más mayores...".