No fue una fiesta espectacular, más bien sencilla, pero sí atrayente. La idea era volver al pasado, recuperar lo que un día generaciones de antaño pudieron disfrutar. La Batalla de las Flores renació ayer, ochenta años después, en las principales calles de Santa Cruz de La Palma, con la participación, mayoritaria, de los encargados de mantener el acto en un futuro cercano, los niños.

El desfile se inició, cerca de las siete de la tarde, a las puertas de la calle Real. En la plaza de la Constitución, que en verdad no es plaza sino vía. Decenas de menores, unos 200 escolares, fueron protagonistas en un despliegue de colorido, quedando al descubierto el trabajo sosegado, con prisas no se puede hacer tan bien, y perfeccionista del taller de costura municipal, que se encargó del vestuario de los participantes.

Además de los niños, media docena de carrozas, también engalanadas por las costureras y realizadas por el taller de carpintería, se unieron a un recorrido marcado por el centenar de lanzadores de pétalos artificiales ubicados en diferentes puntos del recorrido, artilugios colocados de forma estratégica incluso en ventanas y balcones.

Falta de costumbre. También hubo confeti y cientos de flores tanto naturales, las más reales, como artificiales, en una marcha sin un ritmo marcado, a veces agitada y en otras ocasiones demasiado pausada, con falta de costumbre... Aunque el final estaba programado, como así fue, en la Alameda, junto al Barco de la Virgen, el punto más álgido de la gran batalla, a la que asistieron centenares de personas, se localizó en el tramo de calle Real entre el ayuntamiento y la céntrica plaza de España, con mayor lanzamiento floral.

Apoyo de los padres. El concejal de Fiestas, Alejandro Hernández, manifestó que sin la colaboración mostrada por las asociaciones de padres de alumnos de los diferentes colegios de la capital, "este acto no se hubiera podido desarrollar", afirmando: "Cuando les hemos explicado que lo que queríamos era recuperar un acto que era parte de la historia de Santa Cruz de La Palma, más precisamente de las fiestas en honor de las cruces, todos han mostrado su apoyo. Los palmeros, en general, somos gente que sabemos de la importancia no sólo de mantener sino de alimentar lo bueno que nos viene de generaciones pasadas".