DISTINGUIDA presidenta: Por no ser un hecho cotidiano, sino un acontecimiento señero, que una dama acceda a la presidencia del Excmo. Cabildo Insular de La Palma, luego de la precedencia de veinticuatro caballeros, me creo obligado, como el más antiguo consejero viviente de la Corporación, a expresar mi felicitación sincera, con el deseo de que la cosecha de éxitos cubra la verde isla de La Palma. Lo que no empece -del viejo, el consejo- para recordarte no confundir el quehacer político que impone el cargo, con el administrativo de la función, de clara comprensión dada tu cultura jurídica. Incurrió en el error José Luis Perestelo, desaprovechando su capacidad de trabajo sin plasmar nada tangible.

Nos dice Ortega y Gasset en "Mirabeau o el político": "Todos los de arriba y los de abajo presienten que es preciso hacer algo, pero nadie sabe qué, Mirabeau ve al punto, con indefectible seguridad, que su vida va a confundirse con la de Francia"; y Seco Serrano, en "La España de Alfonso XIII", de Canalejas, que obsequió a Canarias con la Ley de Cabildos, siendo asesinado cuando la terminaba de cocer: "Nuestra historia -escribe Pabón- toda la historia del siglo XX, se entiende difícilmente sin reflexionar sobre Canalejas". Si a La Palma nos acercamos, no se conciben los siglos XVIII, XIX y XX sin O´Daly, la Real Sociedad Económica de Amigos del País y Méndez Cabezola, y Alonso Pérez Díaz. Y del siglo XXI que amanece, todos los palmeros, los de arriba y los de abajo, coinciden que es necesario hacer algo, pero no saben qué, y lo de ser la Isla referente del bienestar canario, mejor preparada para salir de la crisis y afrontar el futuro con garantía, es pura ensoñación. Se coincide por los más en el turismo como solución, pero "que si son churras o merinas", y planes que no falten, lo cierto es que navega perdida en un piélago ignoto de "Horizontes lejanos" (film dirigido por Anthony Mann).

En versos de "Adelfas" (M. Machado), se dice que "no se ganan, se heredan, elegancia y blasón", y muy presente debes tener que en la democracia ocurre lo contrario: los cargos políticos se ganan, con excepción en la monarquía, donde la suprema majestad del Reino se hace hereditaria. Ello te hará comprender la peculiaridad de tu mandato, que más pronto que tarde habrá de someterse a la soberanía popular del sufragio universal, quedando en interregno el acontecimiento de una señora presidencial insular. Y ello exige mucho, de hecho y derecho, pues si la sentencia bíblica dice "por sus obras lo conoceréis", en un programa electoral los hechos valen más que mil palabras, como las fotografías.

Y sean las lecciones de los Cabildos Insulares, creados por un Estado centralizado y maltratados por el de las Autonomías, las que debiera aprender el que se precie de político en la autonomía canaria. Y es culpable una democracia de partidos con políticos sometidos a mandato imperativo, que a la política hacen refugio de necesitados más que de capacitados. Así que los libros de texto recomendables sean de Historia de La Palma, para conocer desde el originario Concejo fundado por el general Fernández de Lugo en la cueva del barranco venida a llamar de Carías, en la que celebrara los primeros cabildos o ayuntamientos, hasta que la Constitución de Cádiz hiciera la organización provincial y la segregación municipal, produciendo el Real Decreto de 23 de junio de 1835, la desaparición del antiguo Concejo de La Palma. Y es pasado un siglo cuando la Ley de 11 de julio de 1912, de Organización de las Islas Canarias, crea los Cabildos Insulares, celebrando el de La Palma su sesión constitutiva en 16 de marzo de 1913.

Como la vida de Mirabeau o el político se confundía con la de Francia, la del Cabildo Insular lo hará con la de La Palma, siguiendo sus correspondientes épocas: Monarquía de Alfonso XIII, Dictadura de Primo de Rivera, Segunda República y el Franquismo, de tan variada nomenclatura que no se hace fácil adjetivarlo. Pero a la primera y segunda no se peca al decir que dominó La Palma el mayor oscurantismo de su historia, con la carcunda política caciquil antes llamada regidores perpetuos. La del Franquismo por su nombre la conoceréis, siendo el quinquenio republicano el que permitió a la Isla recibir los alisios reinantes que hicieran de Canarias un país primaveral. La época que cursa no ha hecho historia, por lo que dejamos abierto un interrogante.

Explica el apabullante dominio conservador en el Cabildo de la Monarquía el sistema de representación "por la población de la isla". De los 24 vocales de la primera elección, 22 eligieron presidente al pastor caciquil don José Francisco Sotomayor y Pinto. Y es que el liberalismo de don Pedro Pérez Díaz, insigne artesano de la Ley de Cabildos lo impuso, consciente de que los conservadores mal permitirían obtener al liberalismo un solo vocal. Como era de rigor, con las dictaduras del sistema democrático nunca más se supo, y la II República asumió por igual el de la designación. Pero mediaron matices: durante las primeras, el presidente y consejeros eran designados, y en la República los consejeros elegían al presidente. Con la democracia orgánica de Franco, vinieron las propuestas de candidatos, que el gobernador civil reducía a una terna por puesto, y los compromisarios, pero el presidente lo era "dedocrático". De la aventura de don Carlos Lugo Sosvilla para ser consejero puede escribirse un libro.

Empero merece consignar algunos capítulos de los años en que don Carlos Lugo Sosvilla tomó asiento en la Corporación Insular, y al Libro de Actas se pone de testigo. Frente a criterios cavernícolas de nuevo túnel y aeropuerto para cabotaje interinsular, opuso avenida exterior y aeropuerto internacional. A residencia sanitaria y parador en Aridane, opuso la Dehesa en Santa Cruz de La Palma y Buenavista en Breña-Baja. No consiguió reanudar la carretera del Norte en Barlovento, porque se quería llegar a Garafía por el Sur, pero, avatares de la vida, su intervención hizo posible salvar el barranco de Izcagua y llegar a Garafía desde Puntagorda.

Terencio, autor romano, decía: "Hombre soy, nada humano me es extraño". Lo traslado adoptado y adaptado: a la presidenta del Cabildo nada de La Palma le debe ser extraño". Y que la Isla, como todas, es la "unidad moral" del Archipiélago (Pedro Pérez Díaz) debe ser una constante para la defensa de su personalidad, en el doble aspecto autonómico y de descentralización, pilares conceptuales en los que se apoyan los Cabildos, "órganos insulares de Gobierno, administración y representación".