Hay tres imputados, que no supone estar condenados sino ser sospechosos; un informe del Seprona donde se asegura que los voladores fueron la causa del siniestro, al contrario de lo que afirman los pirotécnicos, que dejan claro que la varilla de los cohetes truenos cae apagada; un estudio del Cabildo que pone en duda la posibilidad de aclarar las causas...

Y detrás de todo, hay personas. Muchas personas. Sentimientos contrapuestos, historias diferentes, donde se entremezcla la necesidad de hacer justicia, aveces sin esperar a la sentencia, por el atroz incendio que destruyó el pasado mes de agosto casas e ilusiones en Fuencaliente y Mazo, con un centenar de damnificados, y, en la misma medida, la obligación casi humana de rechazar que todo puede ser debido a la fatalidad, también si se quiere la imprudencia, de tres personas como cualquier otras, comunes, de las que te encuentras por la calle, trabajadoras, sin grandes errores, integradas, al fin y al cabo, en la sociedad que las acoge.

La vida para los tres imputados cambió el martes. El Tribunal Superior de Justicia de Canarias informaba a todos los medios de comunicación sobre los primeros sospechosos, no se descarta que puedan haber más al estar la causa en período de instrucción. En aquella nota se facilitaban los nombres y apellidos de los supuestamente implicados, a los que se les acusa de lanzar los voladores que según el Seprona causaron el fuego. "Han marcado a una familia entera. ¿Por qué no dieron sólo las iniciales? Se respeta más a los etarras que a tres ciudadanos". Los vecinos se revelan. Es un sentimiento prácticamente mayoritario, compartido.

Reacciones.- Las primeras reacciones no tardan en producirse. Uno de los implicados, presidente de la comisión de fiestas de Tigalate, aseguraba a primera hora de la mañana del miércoles que "nunca hemos negado que tiramos voladores a las seis de la tarde (del día en el que se inició el incendio), pero no tiramos ninguno más". Luego, los tres imputados deciden guardar silencio y se quedan en manos de su abogada, María José García, quien advierte de que "tan culpable es el presidente de la comisión de fiestas, que no tiró voladores, como el alcalde de Villa de Mazo o el delegado del Gobierno". Además, reconoce el cansancio, el agobio, de los acusados.

Los pirotécnicos, mientras, se esfuerzan en demostrar, con palabras y hechos, que un volador trueno no suelta llamas, que cae apagado, que no puede producir un incendio... Antes, incluso antes, Cabildo Insular y Ayuntamiento de Mazo aclaran que no se pronunciarán sobre la decisión del juzgado, aunque el grupo de gobierno de la corporación local muestra su apoyo a los imputados, haciendo especial hincapié en que todavía no hay culpables del incendio, una protección, un auxilio, que acaba por "encender" a la plataforma Más Nunca de afectados por la catástrofe, que se siente "humillada y denigrada" por el aliento político a los sospechosos, y que pide, exige, una mayor comprensión "para los verdaderos damnificados".

El párroco.- Después de aquellos días, de cuatro días repletos de declaraciones, de opiniones, de ganas de justicia y también de protección, aún quedan silencios. Aquellos que, por ejemplo, se guarda el alcalde de Mazo, Francisco Javier González, o, también, el sacerdote de la propia Villa, Félix Manuel Santana, conocedor de todo lo que se respira, como es lógico, en su comunidad parroquial. El párroco dijo ayer que "decidí no hacer declaraciones a los medios de comunicación desde hace ya ocho años, pero si quiere saber, pregunte por Tigalate o Montes de Luna". Ante la insistencia, acaba con una pregunta "¿le hicieron el mismo caso a los que dijeron que fueron voladores como a los que opinan lo contrario?"... Se despide.

Un recorrido por la zona afectada permite obtener diversas opiniones, aunque no todos los ciudadanos quieren ser identificados. "¿Habrá alguien que ahora quiera hacer una fiesta?", pregunta una joven, al mismo tiempo que una mujer que supera los cuarenta, que se encontraba en la plaza de Tigalate durante las fiestas, según asegura, y que vio en peligro la cuadra de su hermano en Montes de Luna, donde residió durante gran parte de su vida, se muestra contundente al decir que el fuego "se inició por debajo de la casa de Chávez; un lugar muy alejado de la plaza para ser un volador".

Hay otras versiones de lo ocurrió, que ciertamente cuesta más localizarlas, aquellas en las que, según el Seprona, no hay géneros de dudas sobre la causa del siniestro: un volador, la posibilidad que ahora mismo es más real al contar con la conformidad de los informes de la Guardia Civil, validos siempre ante un juez. Otra cosa será lo que pase a partir de ahora...