Pelo plateado, chaqueta marrón, una sonrisa expresiva que simula una falsa satisfacción y la mirada perdida del que no busca en lo que tiene frente a sus ojos. La figura es inconfundible. Es Guillermo Rodríguez, aquel físico palmero que se atrevió a decirle al mundo cómo y donde se iba a producir una catástrofe natural, un volcán, un terremoto... un científico excéntrico, ya retirado, al que muchos, incluso sus propios compañeros, llamaron "loco".

Bajo uno de los laureles de Indias de la plaza de España de Los Llanos de Aridane casi todas las mañanas, desde hace años, Guillermo acude a su cita con el café del kiosco. Se sienta a la sombra del árbol, desoyendo a sus hijos, que le han dicho que allí corre mucho aire y se puede enfermar. Ya tiene 70 años y pese a que su condición fortachona de hombre garafiano invita a pensar que no es presa fácil para los virus, ni siquiera los físicos más ilustres pueden dominar la naturaleza, aunque él lo lleva intentando desde hace medio siglo.

A Guillermo le gusta el cobijo del laurel. Bajo su manto se pierde, hasta donde nadie es capaz de seguirlo. Su forma de entender el mundo es compleja. Él mismo dice que ama las catástrofes desde que era un niño, "recuerdo que estaba en el puerto de Las Tricias (Garafía) y explotó el volcán de San Juan (1949) y fue una ilusión tremenda, quería verlo", pero es un amor no correspondido.

Esa pasión por ordenar y predecir las tragedias naturales o sociales ha terminado siendo casi su propia catástrofe personal, que le aparta del resto de la sociedad, de sus conocidos, incluso, en ocasiones, hasta de su familia, que lo venera por ser un hombre honrado, pero que no soporta su obsesiva insistencia en intentar demostrar lo que nadie es capaz de aceptar como una teoría científica, de la ciencia de verdad, no de la pseudociencia.

Defender su teoría de las catástrofes cíclicas, que se repiten y que por tanto son previsibles, le ha costado conflictos sociales, familiares, profesionales... hasta algún disgusto, como el que vivió en enero de 1983 cuando, en su época de mayor reconocimiento como científico, profesor de Física del Instituto Galileo Galilei de Madrid (cuando participaba en programas nacionales de TV y era entrevistado por los medios de comunicación como hombre de ciencia), anunció una inundación en La Palma y no llegó, por lo menos a la Isla. Él dice que cayó en el mar. Y claro, la gente se enfadó porque le hicieron caso, los supermercados se vaciaron, y recibió amenazas. Su imagen entraba en declive.

A los que sí lo conocen, les cuesta hablar con él. Guillermo siente la necesidad de explicar sus ciclos, de convencer al mundo incrédulo, sientan o no respeto por su "caótica" (él lo reconoce así) teoría de influencias lunares y nubes de Kordilewski, con las que intenta situar en tiempo y lugar, más bien predecir, terremotos, volcanes, inundaciones y hasta crisis económicas.

Tablas caóticas.- Es complicado hablar de su vida personal sin que te lleve a su terreno: "Siento un gran placer sentado bajo el laurel. A veces pienso en mis cosas, otras estoy simplemente descansando el cerebro. Pero, verás, estoy trabajando en algo sobre terremotos...", saca de un maletín unas hojas de papel en el que aparece un listado de todo tipo de catástrofes naturales habidas desde el año 2150 antes de Cristo. Las llama "tablas periódicas". Son folios que a la vista de cualquiera realmente parecen desordenados, con borrones y escrituras a mano en tinta de diferentes colores. Un caos.

Una vez más Guillermo se pierde en su teoría, se aleja de cualquier acercamiento a su vida personal. Él sigue hablando: "Uno por uno comparo los terremotos y se ve cómo efectivamente cumplen con la Ley que yo digo, se que tengo razón lo que pasa es que a veces acierto el lugar y a veces la fecha, tengo ganas de que sean las dos cosas juntas...". Entonces empieza a poner ejemplos: Argelia, Haití... "Esto lo puede hacer cualquier niño". Se acelera y al intentar pararlo dice: "No, esto hace falta que lo pongas y tengo que enseñártelo".

No asume que su teoría resulta incomprensible para el resto de los mortales, "es normal que no lo entiendan, porque no está terminada. Te podría decir incluso terremotos para esta tarde o para mañana. La gente es incrédula porque no han hecho los cálculos que he hecho yo, llevo 40 años haciendo esto, buscando explicaciones. Hay días que me paso hasta ocho horas con todos esos datos metidos en la cabeza".

Reflexión familiar.- Tras insistir en varias ocasiones, ¡por fin!, un momento de reflexión sobre su vida: "Nunca pensé que me fuera a costar tanto. Pero, entiendo que no me entiendan, porque ni yo mismo lo comprendo bien aún. Mi mente es caótica, desorganizada, quizás por eso encajo los desastres como algo natural, pero es malo de explicar porque no sé resumir".

"Mi familia también es contraria. Me pide que lo deje, pero es parte de mi desde que era pequeño, he invertido cientos de miles de horas". En ese momento cuenta que sus hijos no quieren saber nada del tema: "Son cuatro, un pintor, un músico, una abogada y una bióloga, todos alejados de la rama que asocian a su padre". Pese a la indiferencia, él dice que no se encuentra solo, aunque reconoce que "siempre he tenido cierto complejo de inferioridad, timidez, que quizás me ha frenado a la hora de conseguir la atención que esto merece". Pero, afirma, "soy amigo de mis amigos y ellos de mí".

Guillermo se ha costeado en varias ocasiones los gastos de desplazamiento para acudir sin invitación a congresos internacionales, el último en 2007 en Acapulco, donde fue, una vez más, ignorado por los geofísicos participantes. Pero no tira la toalla: "Sé que por donde voy no va nadie más". Dice que el próximo será en las cataratas de Iguazú (Argentina): "No se si apuntarme a ver si me dejan ir".

La insistencia.- "He predicho muchas cosas. Cuando fui a Crónicas Marcianas...", insiste en echar mano de los papeles, más cifras, más fechas, más latitudes. Guillermo vuelve a perderse en su teoría, sus ciclos, los aztecas, el polvo estelar y se remonta hasta Nostradamus. Es el momento de dejar que siga "buscando la inspiración" bajo el laurel.

Una vez finalizada la entrevista, ya en la redacción con el reto de dar forma a un reportaje dedicado a un hombre que no es tarea fácil, al que es complicado describir, llega un e-mail. Es de Guillermo: "pronósticos de terremotos para 2010: 1 de mayo en 29S y 177W, 31 de mayo en 54N y 160W, 26 de junio en 15S y 173W, 29 de junio y 4 de julio en 3S y 141E o 25N y 123E, 31 de julio en 42N y 131E, 30 de agosto 7S y 128 E, 16 Noviembre 29S y 177W y 25 de diciembre del 2010 y 3 de enero del 2011 en 14N y 90 W".