La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias desafectó hace ya un lustro el edificio con seis viviendas para maestros ubicado en la trasera del antaño convento de San Francisco, en Santa Cruz de La Palma. La propiedad del inmueble recaía, desde aquel momento, en el ayuntamiento, aunque en la "letra pequeña" de la cesión se incluida además el futuro alojativo de tres familias que todavía hoy residen en la edificación, cuya fachada, al menos, se está cayendo a pedazos.

Desde fuera, justo delante del "portal", la impresión es que el edificio está en ruinas. Es más, desde la calle cercana alguien grita, con cierta sorna: "¡Mira dónde entras, que eso se cae...!" Los balcones tienen aspecto de desprenderse en el momento más inesperado, con maderas destrozadas sujetadas de la "nada" y la ausencia de trozos, de muchas esquinas, del propio saliente. Las tareas de mantenimiento han sido nulas.

Dentro del inmueble, la situación es distinta. Bueno, en el rellano de la entrada, a la izquierda, tres puntales de hierro, de los que habitualmente se utilizan para sujetar las techumbres que están a punto de desplomarse, hacen pensar en lo peor. Pero es simplemente una impresión, que, además, es equivocada. En verdad, las zonas comunes del viejo edificio están relativamente bien, salvo algunas humedades. Tanto los pasamanos de madera como las propias escaleras o las paredes se encuentran en condiciones más que aceptables.

Tras subir hasta el último piso, una puerta abierta permite acceder hasta el interior de una de las viviendas. En este caso, está vacía, aunque con restos evidentes de que alguien realizó obras e incluso, de que fue habitada. Cualquiera podría entrar sin encontrar "oposición" o preguntas "comprometedoras". La imagen aquí sí es desalentadora. En la techumbre se localizan hasta cuatro huecos, algunos de grandes dimensiones, con falsos techos caídos por el suelo.

Las últimas lluvias han afectado gravemente a la cubierta del inmueble y, como es lógico, los alojamientos de la última planta son los más que lo sufren, por las continuas filtraciones de agua. Botes de pintura, dos pares de sillas, un mueble de un antiguo comedor, persianas destrozadas y unas puertas apoyadas en la pared, completan el retrato de la vivienda abierta al "público".

Nadie abre la puerta.- En el regreso a la calle, bajando la escaleras, ninguna de las puertas abre ante la llamada desde el exterior. No hubo "suerte". Hay flores fuera, están cuidadas y seguro que aquellos pisos están en buenas condiciones. Los que viven dentro son o, al menos, han sido maestros, y, por tanto, con los ingresos económicos suficientes para vivir con comodidad.

En la primera planta, una imagen pegada a la puerta deja entrever que es una vivienda utilizada por la asociación de vecinos de la zona para la elaboración de los tradicionales "mayos" que engalanan esa calle en la celebración de la Fiesta de la Cruz. Fue cedida por el ayuntamiento, en el único piso que se está aprovechando por un bien de la comunidad.

El edificio "no se caerá".- Mientras, desde el ayuntamiento se garantiza que el edificio no se caerá. En este sentido, el concejal de Obras y Servicios, Antonio Acosta, informó de que "pese a que por fuera la imagen del inmueble es lamentable, los informes técnicos confirman que no está en ruinas y que no hay riesgo, a menos a día de hoy, de que se vaya a desplomar". Otra cosa distinta, "es que haya gente viviendo dentro. Cuando Educación traspasó al ayuntamiento la propiedad del edificio no se dijo nada de que estuviera ocupado. Seguramente ni la propia Consejería era consciente de esta situación".

Sobre la necesidad de aprovechar el espacio para uso público, Antonio Acosta apuntó que "las familias que viven en el edificio pueden tener sus derechos. No sabemos si ahora mismo son okupas de un bien público o cuentan con algún tipo de documento que les autoriza habitar las viviendas durante un tiempo determinado, que entiendo, en tal caso, que ya no tiene valor al haber cambiado de uso y de propietario. Lo primero que hemos hecho son los informes técnicos pertinentes y, recientemente, la visita de agentes de la Policía Local para tratar de identificar a las familias, no sabemos si son tres o cuatro, que viven en el edificio".

El Plan General de Ordenación Urbana de Santa Cruz de La Palma contempla este espacio, en el que se incluye la propia construcción, como zona verde del antiguo convento de San Francisco, lo que implica la demolición del inmueble. Sin gente, claro.