No es cuestión de sueldo. Por lo menos así lo dicen. Casi todos ya cobraban de la Administración, son funcionarios o laborales fijos en excedencia dedicados a la política (lo tienen más fácil que los del sector privado). Sólo unos pocos no estaban vinculados a la función pública. Aunque nada despreciables, entre 2.000 y 3.000 euros netos, sus remuneraciones tampoco son para tirarse de los pelos, teniendo en cuenta que en muchos casos dirigen pueblos de no más de 2.000 habitantes, en una pequeña Isla con 14 municipios, y deben estar disponibles para todos y a cualquier hora.

Lo de querer ser alcalde es más bien cuestión de protagonismo social. Puede ser eso a lo que llaman "erótica del poder" o sólo responde a la simple necesidad de satisfacer el ego personal de cada individuo. Eres el alcalde, el confesor del pueblo, el que primero se entera, el que decide en su entorno social, el que siempre sale en la foto. Cuando se les pregunta por qué vuelven a presentarse, hablan del "bichito" de la política, ese que te va comiendo el tiempo, la personalidad, la vida familiar (todos dicen que sus hijos o parejas les han pedido que lo dejen) y que termina envolviendo todo lo que hacen, 24 horas al día. Lo curioso es que reconocen que "ahora es una locura ser alcalde".

La crisis hace estragos económicos en los pueblos de La Palma. No hay dinero para ser protagonista de buenas noticias. Al contrario, han pasado a ser el primer objetivo de muchos vecinos decepcionados, de enemigos con capacidad de hacerte sufrir en el juzgado. Los alcaldes están más cuestionados que nunca.

Sin embargo, en La Palma, probablemente a excepción de Francisco Javier González (CC) en Mazo, por motivos de salud, el 22 de mayo todos los que ya son alcaldes, algunos desde hace más de 20 años, aspiran a repetir. Y todos tiene sus razones.

El más joven es nacionalista, Marcos Lorenzo (Tijarafe). Dice que su idea era culminar el proyecto en dos legislaturas. Ahora termina la primera. Pero claro, llegó la crisis y a saber si cumple su objetivo. En 4 años ya tiene claro que "no hay sueldo que pague lo que hay que afrontar".

También están los que llevan muchos años, más de 20, como Blas Bravo (Breña Alta) y Abilio Reyes (Garafía), ambos socialistas. Coinciden en que "nunca lo habíamos pasado tan mal". Vicente Rodríguez (Puntagorda) es al mismo tiempo alcalde y agricultor y sólo quiere "concluir proyectos".

Por su parte, Máximo Brito (El Paso) asegura que "ahora con la crisis es cuando menos te pide el cuerpo salir corriendo". Lo mismo que Juan Ramón Felipe (Santa Cruz), que entiende que "es razonable que la gente dude porque nos ve repetir, pero en el fondo es responsabilidad".

Eso sí, siempre hablan de vocación. Jaime Sicilia (Breña Baja) afirma que es un honor dirigir su pueblo: "No conozco a nadie capaz de resistir esto si no le gustara solo por un sueldo". Coincide con Gregorio Alonso (Fuencaliente): "No estamos aquí por dinero. Es más, creo que soy de los pocos que no cobran del ayuntamiento, ni céntimo en dietas o extras".

La única mujer es, quizás, la más valiente. Nieves Dávila sí reconoce que "es evidente que, además de querer servir al pueblo, uno está por cobrar. Yo gano 2.073 euros y el que quiera saberlo sólo tiene que ir a los presupuestos". Olvidó mencionar su remuneración al frente de CajaCanarias.