La política en Garafía se hace entre familiares y amigos. Prácticamente eso basta para obtener un concejal, como mínimo. Y aquellos que han pasado por el ayuntamiento, como cargo público, tienen esa lección aprendida.

En las próximas elecciones se presentan cinco partidos distintos, dos de ellos nuevos tras haber desaparecido otros dos que sí estaban hace cuatro años. Estas formaciones se repartirán poco más de un millar de votos (no participa ni el 50% de los electores) que entran en las urnas. Son aquellos que van dentro del sobre blanco, con los que se elige al próximo alcalde.

El pasado lunes se cerró el plazo para la presentación de candidaturas, las cuales se publicaron el miércoles en el Boletín Oficial de la Provincia (BOP). Al final se confirmó la presencia de cinco listas, pese a que CC y UVG se unen y que no estará el CCN.

Abilio Reyes, actual alcalde, encabeza de nuevo la lista de los socialistas y se perfila como su principal rival Martín Taño, que surge de la unión entre UVG (Unión Vecinal de Garafía) y Coalición Canaria (aunque la lista oficial del BOP no tiene las siglas de CC). El PP reaparece con Ana Belén Rodríguez (ex del CCN) y surgen otras dos formaciones nuevas: Garafía por el Cambio (Gpc), con Roberto Barreto, aquel concejal tránsfuga de CC que apoyó la minoría de Reyes, y Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (MUPC), con la desconocida María Carmen Rodríguez de candidata.

Las cinco formaciones trabajarán uno a uno esos votos. Valen oro. En mayo de 2007, como última referencia estadística, se contabilizaron un total de 1.116 papeletas, lo que suponía el 46% de un rocambolesco censo en el que había más posibles votantes, unos 2.400 electores, que habitantes hay en Garafía, donde viven unas 1.800 personas. Era el resultado de la influencia de lo que llaman el voto exterior, el de los emigrantes, que no contará para las del próximo 22 de mayo de este año.

El ejemplo de la validez de cada voto está en las cifras obtenidas por estas formaciones. Abilio Reyes (PSC), para ser el mandatario local, obtuvo cuatro ediles en 2007 con sólo 359 votos. O sea, el que supere los 400 tendría mayoría absoluta, serían cinco de nueve concejales electos. La cuenta sale a menos de 100 votos por concejal. Ese año, CC obtuvo dos concejales con 230 votos.

Llenar las listas.- Así que, tal y como ellos mismos reconocen, "hay que echar mano de los vecinos más próximos y de las amistades más estrechas", incluso para poder llenar las listas electorales que han presentado. Hasta el pasado lunes, que se cerraba el plazo para la presentación de candidaturas, aún había listas que no se habían terminado por la dificultad de encontrar gente que fuera en las mismas.

Cada uno de los partidos que optan a la Alcaldía de Garafía presenta una plancha con nueve personas, a la que suelen añadir tres suplentes. Por tanto, son cinco los que buscan primero acompañantes y luego votos, tocando en las mismas puertas, en un pequeño municipio de 1.800 habitantes, según el padrón municipal, con una población envejecida y donde los jóvenes parten con destino a otros lugares en busca de oportunidades.

Tras las elecciones.- Pero el verdadero problema vendrá después de las elecciones. Por lo menos así ha sido en las últimas legislaturas. Garafía es un pueblo de complejos pactos y cambios de gobierno constantes. Lo era hasta que Abilio Reyes volvió a la Alcaldía en 2007, gracias a que garantizó su mayoría con un concejal tránsfuga que ahora encabeza una de las listas. Hasta esa fecha, en la legislatura anterior, hasta tres alcaldes distintos pasaron por el sillón.

¿Qué pasara con cinco partidos?, ¿y si todos obtienen representación?, ¿cómo hacer que el ayuntamiento sea gobernable? Cualquier cosa es posible, después de lo visto en las últimas legislaturas. Sólo hay que recordar un dato, con 100 votos se llega al primer concejal y para eso basta con familiares y amigos.

Quizás, la confusión política que ha acompañado a este municipio, transformada en cierta indeferencia social, haya motivado la alta abstención que se registra cada vez que hay elecciones en Garafía, donde no todos los que pueden deciden el futuro de la Administración que gestiona sus cuentas más cercanas.