Adriana Mastepanova nació en Moscú. Trabajó durante años en la Embajada de España en Rusia y desde 2008 vive en La Palma. Casada con un palmero y embarazada de 34 semanas, es una de las pacientes del Servicio Canario de Salud que sufren la cancelación de pruebas indispensables, "ordenadas" por un especialista, en retrasos que se envenenan cuando el personal de información, en este caso del Hospital General, se muestra incompetente.

Mastepanova espera por una "simple" ecografía que resulta indispensable para saber cómo se encuentra su futura niña. Se muestra serena, aunque contrariada, y aporta toda la documentación para demostrar su versión. En verdad, tampoco hubiera sido necesario. Se hace común encontrar casos similares a los que es fácil acostumbrarse, pero que en ocasiones se hace obligado relatar. "El ginecólogo me mandó el día 23 de julio a hacerme una ecografía en un mes. La cita me la dieron sin pegas para el 23 de agosto, con consulta, a su vez, para la matrona el día 3 de septiembre (mañana). Todo iba bien", afirma.

La cita, sin embargo, se suspende el 10 de agosto: "Me llaman y me comentan que ya me la darían para otro día". La paciente decide esperar hasta el 23 de ese mes, fecha "límite" para la prueba. Tras llamadas telefónicas infructuosas, acude al Hospital General de La Palma: "La persona que me atiende me dice, tras consultarlo con una de sus compañeras, que no me puede dar cita. Le dije que la niña estaba de pie y necesitamos ver si había cambiado de posición, a lo que me responde, tras preguntarle en reiteradas ocasiones por el motivo de tal negativa, que hasta que no haya ordenes de Dirección no me puede dar la cita".

Mastepanova pierde el sosiego. "Llegas a pensar que ocurre porque eres extranjera, pero yo tengo la documentación en regla". Está en la cartilla de la seguridad social de su marido "y no me pueden afectar las nuevas leyes sobre la atención en la Seguridad Social", que, por otro lado, tampoco "tocan" los derechos de las embarazadas con independencia de su legalidad o no de estancia en el país. Sin embargo, "en ese momento piensas de todo".

La afectada exige el libro de reclamaciones. La remiten a Atención al Paciente: "Era una sala llena de gente esperando, donde no alcanzaban los asientos". Después de esperar durante una hora, "me dicen que el libro de reclamaciones hace más de un año que no se encuentra allí, que está en Dirección. Entiendo que es una maniobra de enviar a los pacientes cabreados a un lugar repleto de gente a ver si se aburren". La "aventura" terminó "rellenando la hoja de reclamación con el aviso de que se revisaría aproximadamente en 2 meses".

Mastepanova se niega a ir a la sanidad privada para hacerse una ecografía y también rechaza "acudir a Urgencias, como me aconsejo una amiga, con alguna historia para que me hagan la prueba". Tiene claro que si su marido paga la Seguridad Social "merecemos un trato correcto, lo que incluye los servicios básicos durante el embarazo".