Los montes de La Palma se salpican desde hace semanas de gente con mochilas al hombro. Ya no son solo senderistas, como antaño, tampoco se pueden definir como atletas. Son personas que se han marcado un reto. La Transvulcania es un prueba que ha sabido sobrepasar lo deportivo o turístico para convertirse en un evento que ha cambiado la rutina diaria de sus participantes.

Comenzó como una apuesta de riesgo. Una inversión incluso criticada por alguno que solo obedece a su amor por lo tecnológico. ¡A la voz de ya! Y es que eso de correr... "El principio fue muy difícil, hubo gente que no entendía hasta dónde queríamos llegar", confiesa el consejero insular de Turismo, Julio Cabrera. La ultramaratón se ha ido ganando a la gente. De aquí y de fuera. Este año participarán unas 2.500 personas. Unas 1.800 harán los 83 kilómetros, desde el Faro de Fuencaliente a Los Llanos de Aridane, subiendo hasta el Roque de Los Muchachos y bajando a Tazacorte, mientras que 700 se quedarán en la media, en el refugio del Pilar. También habrá senderismo para 600 practicantes, así como 550 niños en una minicarrera.

En la inscripción "hay gente de 33 países, como Chile, Brasil, once personas vienen de Venezuela, tres de Japón, colombianos, mexicanos...", apunta Cabrera". ¡Se desplazan de Japón a La Palma para participar en la prueba! La gran atracción será Kilian Jornet Burgada, catalán y mejor corredor de montaña del mundo.

Sin embargo, la Transvulcania no ha crecido gracias a las figuras. Se expande "por la gente que simplemente quiere acabarla, que son el 99% de los participantes", dice el consejero. Unos se ponen tiempo de llegada, 13 horas, quizás 14, otros simplemente sueñan con alcanzar la meta en la plaza de España llanense. En el fondo es un desafío personal. Contra uno mismo. Gente que lleva meses levantándose temprano para entrenar. Que ha cambiado su vida, alterado su rutina, restado horas a sus familias para hacer kilómetros en un sendero, una pista, también en asfalto... Grupos llegados desde Tenerife, de la Península o incluso de otros países ya se encuentran en el monte comprobando el terreno. Faltan apenas dos semanas para la prueba. Será el 11 de mayo.

La Transvulcania tiene otro trasfondo. También es un negocio. Bajo su paraguas han salido multitud de carreras de larga distancia, organizadas por ayuntamientos o por entidades privadas, que se han dado cuenta del movimiento social que producen las pruebas que requieren una buena preparación física. "La ultramaratón ha sido muy importante para el negocio de los fisioterapeutas o masajista de la Isla, que durante el año han visto que su trabajo aumenta por las lesiones o cargas musculares de los participantes palmeros", afirma Julio Cabrera, y también para el nacimiento de establecimientos especializados en carreras de montaña. Hay hoteles y áreas de restauración que notan mayor movimiento en los días previos a la ultramaratón. Es un bien común.

Y, por encima de todo, está la sensación de que la cultura de vida sana, del salir a correr o tan solo a caminar, se ha multiplicado en la Isla. El valor de la Transvulcania está por cuantificar. Y no será sencillo de hacer.