La Reserva de la Biosfera de La Palma ha finalizado después de cuatro años de trabajo un detallado informe en el que se fijan, entre otros aspectos, cinco zonas costeras de la Isla que por sus valores ambientales merecen la máxima protección.

En este documento, para cuya elaboración se han tenido en cuenta un total de 198 indicadores de análisis hasta 50 metros de profundidad, se determinan como zonas núcleo o prioritarias en su mantenimiento el área de la Reserva Marina de La Palma, ubicada en Fuencaliente; la zona de especial conservación marina de la Villa de Garafía; una pequeña franja en la costa de Tijarafe, donde se localizan diferentes cuevas; un área en el litoral del Este, entre Breña Baja y Villa de Mazo; y otra de mayores dimensiones más al Norte, desde Barlovento hasta Puntallana.

Las zonas "marcadas" destacan básicamente tanto por la variedad de peces que habitan en cada una de ellas (biodiversidad) como por el propio medio físico donde se relacionan (biotopo), sumando en conjunto cerca del 20% de la costa insular, porcentaje que va en la línea de lo establecido por la propia Unesco para las islas declaradas como Reserva de la Biosfera, aunque lo cierto es que en ninguna otra del Archipiélago se ha realizado un estudio de similares características o, al menos, tan completo.

La Reserva no determina en este trabajo lo que se puede o no hacer dentro de las áreas declaradas de alta protección. Al menos por ahora no. Su primer informe tan solo se limita a acotar estos espacios, que están afectados por normativas tanto estatales (Costas), como regionales e incluso insulares. Sin embargo, lo cierto es que técnicos de este organismo, gracias a una ayuda europea y a la aportación del Cabildo de La Palma, ya están elaborando el Plan de Ordenación del Medio Marino de la Isla, con la participación de la Consejería Insular de Política Territorial, donde sí se limitarán las actividades a desarrollar en cada zona de protección. Se espera que pueda estar finalizado a lo largo de este mismo año.

En este detallado informe no solo se han tenido en cuenta las acciones que en la actualidad tienen lugar en cada uno de los puntos de la costa insular, desde la pesca profesional hasta la deportiva o las zonas de baño, sino que también se ha analizado cómo evolucionaría el ecosistema de cada espacio ante la introducción de un factor externo.

En la misma línea, la Reserva de la Biosfera establece otras zonas que merecen menos protección que las anteriores pero que tampoco deberían estar abiertas, según entienden desde este organismo, a todo tipo de actividades, como, por ejemplo, el desarrollo de la acuicultura.