"Me falta cruzar el barranco, llego dentro de poco...". Magda Schiefer no olvida las últimas palabras que escuchó de su marido. Tilman salió "para un recorrido corto, pensaba regresar pronto", pero casi cuatro meses después se desconoce su paradero. La búsqueda del germano se activó con celeridad tras la denuncia de su desaparición. Se rastreó cada metro de la zona del Pilar de Tijarafe. Primero con todos los medios, luego, incluso, de forma oficiosa. Se miró en laderas, en barrancos, dentro de cuevas, entre los arbustos... No hubo resultados. Nada se sabe de él.

Magda Schiefer llegó a La Palma junto a su esposo "para reencontrarme con una amiga. Una antigua compañera de trabajo". Le había prometido visitarla y disfrutar juntas de unas vacaciones invernales. La pareja llegó a Tijarafe el pasado 4 de febrero. Tilman, nacido en 1946 y con 67 años en el momento de la desaparición, había estado con anterioridad en la Isla. Su esposa cuenta que en 1992 "vino a hacer un tour por Canarias". Era conocedor del entorno de la Caldera y de las bellezas naturales del territorio insular.

El ahora desaparecido salió a caminar al día siguiente de su llegada a La Palma, "era un miércoles", desde Arecida en dirección a Tijarafe. "Regresó sin novedad", apuntó Magda Schiefer, que con el transcurrir de la conversación pierde fortaleza, firmeza, en su voz. El recuerdo, la ausencia, le rompe el sosiego. El jueves, Tilman "se fue para un pequeño recorrido, no iba excesivamente preparado por la hora (seis de la tarde) que era. Pensaba regresar pronto". Su mujer recuerda que un rato antes de las 19:00 horas "lo llamé al móvil porque estaba anocheciendo. Me respondió. Me dijo que estaba saliendo del bosque, que ahora le faltaba cruzar el barranco y llegaba pronto...". Fue la última conversación entre la pareja. No hubo más contacto entre ellos. Finalmente, se hace de noche "y ya no sé nada más de él".

Magda Schiefer, que regresó a su país el 18 de febrero, está resignada. Es un dolor que no se va. Que vive dentro, pero es consciente de la realidad. Dice, casi llorando, emocionada, que "ya no hay búsqueda activa" y que "no esperan encontrarlo". Es consciente de que sería "una casualidad" que apareciera el cuerpo de su marido. Tiene apenas una esperanza, "que con el calor del verano y a medida que la flora vaya menguando puede que se abran huecos o se encuentren nuevos caminos por los que poder seguir buscando".

Le ha dado muchas vueltas a lo ocurrido. A lo que pudo pasar y acaba por atribuir la desaparición de Tilman Schiefer a un posible ataque al corazón o a otro problema similar de salud.

Magda, en nombre de ella y también de sus familiares, reitera en varias ocasiones de la conversación con EL DÍA su "eterno agradecimiento" a todos los que han colaborado en la búsqueda de su marido. Cuenta incluso que la gente de AEA le mandó emails a Alemania donde se marcaban los lugares que se iban peinando para mantenerla siempre informada. Considera que han sido personas "buenas, muy valientes y comprometidas". Lo dice desde el alma. De allí donde anidan los sentimientos más puros.