Los piratas eran los dueños del océano. En sus galeones, aquellos barcos de destrucción tan poderosos como lentos, buscaban tierras que conquistar, tesoros que arrebatar. Sí, era otra época. Un tiempo en el que Santa Cruz de La Palma cimentó su defensa en construcciones que miraban al mar, donde la esperanza de los ciudadanos estaba puesta en aquellos pesados cañones.

El Castillo de Santa Catalina fue una de aquellas fortificaciones. De las grandes. Paredes altas, robustas, preparadas para la guerra. La capital lo quiere "recuperar". Sus dueños, es de propiedad privada, lo cedió recientemente al ayuntamiento para su apertura al público. A residentes y visitantes. Eso tardará un par de semanas en llegar. Ahora, ayer y hoy hasta las dos de la tarde, de lo que se disfruta dentro del fortín es de un mercadillo medieval para dinamizar el lugar.

Antes de abrirlo, olió a "pólvora". El ayuntamiento hizo una representación, con el disparo de cañones, sobre una batalla de antaño, que grabó en un pequeño documental que será expuesto a los visitantes cuando el castillo, declarado Monumento Histórico Artístico, esté preparado para las visitas. Un atractivo más; esa es la idea.

Luego se inauguró el mercadillo. Son una treintena de artesanos vestidos con ropa de la época, que exponen todo tipo de trabajos hechos a mano: sillas y mesas, pan y dulces, cestería...