El semáforo que regula el paso de peatones destinado a los viajeros que llegan en barco a la Isla y acceden a pié al casco histórico de Santa Cruz de La Palma, utilizado por decenas de miles de cruceristas cada año, lleva más de dos décadas en ámbar, sin que el ayuntamiento de la capital haya optado por la instalación de un simple pulsador que ordene el tráfico por la zona.

El semáforo se instaló a finales de los 80 "y tan solo funcionó correctamente al principio, ni siquiera un año", afirman vecinos que lo vieron operar con normalidad, aunque desde la corporación local se decidió posteriormente mantenerlo de forma permanente con la luz amarilla intermitente de precaución debido a las colas que se formaban en la vía, de importante tránsito, y a las pocas personas que atravesaban la calzada, una situación que cambió radicalmente con el aumento de cruceros.

En la actualidad, ocurre todo lo contrario, es decir, los turistas muestran sus dudas a la hora de atravesar la vía, que les lleva directamente al punto de información turística (la "casita de cristal"), y cuando lo logran es en un número tan elevado que los vehículos tienen que esperar demasiado tiempo antes de proseguir la marcha. "Un día pasará alguna desgracia", comenta un habitual en la zona (hay un quiosco en el lugar y una pequeña plaza cercana en la rotonda Blas Pérez González).

En algunas oportunidades, se tiene que destinar un agente de la policía municipal exclusivamente para controlar esa zona, lo que fue solicitado por la antaña junta directiva de la asociación del casco histórico.

Un simple pulsador, con un tiempo determinado para que transiten los peatones y evitando que pueda ser utilizado de nuevo de forma inmediata para facilitar el discurrir de los vehículos, daría mayor seguridad y, de camino, fluidez.