Garafía es quizás el municipio de La Palma con más encanto. Sus paisajes, los caseríos, sus acantilados, el Roque de los Muchachos... pero, sin embargo, la belleza natural y la tranquilidad no son suficientes para "atrapar" a las personas o, para ser más exactos, para garantizar un futuro esperanzador a sus habitantes; y, por ello, cada vez son menos los que deciden vivir allí, fundamentalmente por la lejanía con respecto a los núcleos de mayor actividad socioeconómica, a lo que se une unas comunicaciones deficientes y servicios de atención al ciudadano claramente mejorables.

La Villa tiene ahora apenas 1.618 habitantes, 27 menos que en 2013, una bajada de 36 personas con respecto a 2012, de 89 en comparación con 2011... es el territorio con menor población de La Palma y en el ranquin de Canarias también se encuentra en el pelotón de cola. Pero lo peor, si cabe, es la tendencia. Si se toman como referencia los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la localidad norteña tuvo oscilaciones de residentes entre 1996 y 2001, moviéndose siempre sobre los 2.000 vecinos. Alcanzó incluso los 2.020 en 1999. Pero con la entrada del nuevo siglo, Garafía ha ido perdiendo vecinos de forma ininterrumpida, una sangría que perjudica tanto a la vida del pueblo como a los ingresos que recibe el ayuntamiento de fondos estatales.

Estas cifras permiten de camino desmontar la teoría de que con la llegada de la crisis económica, los ciudadanos optaron por regresar al campo para trabajar en el sector primario como salida al descalabro de otros sectores económicos, especialmente la construcción. En Garafía, al menos, esa reflexión no se hace, en absoluto, realidad.

Las estadísticas del INE a las que esta información hace referencia abarcan desde 1996 a 2014. Sin embargo, hay datos más antiguos, en este caso sobre población de hecho y de derecho, también residente, que dejan al descubierto el brillo que tuvo Garafía hace incluso siglos, superando las 5.000 personas allá por 1950 o teniendo cerca de 3.000 en 1842. Eso sí, las estadísticas son variables y no siempre han sido realizadas con los mismos medios ni partiendo tampoco de unos mismos parámetros. Eso sí, son indicativas de lo que hubo y de lo que ahora existe.

Otro dato muy preocupante sobre la evolución del padrón de Garafía es que la medida de edad de las personas residentes es cada vez mayor. En 2013 ya fue el pueblo más envejecido de Canarias. En ese momento, cuando la media en las Islas era de 40 años, 43,1 en el caso de La Palma, en el caso del pueblo más rural se estaba por encima del medio siglo, en concreto 50,6 años, lo que significa que los jóvenes, al menos un porcentaje elevado, deciden (quizás no les quede otro remedio) hacer su vida en un municipio que ofrezca más posibilidades. Todo hace indicar que la tendencia de envejecimiento se mantiene.