La Pangorda no es tan solo un conjunto de estructuras que iluminan las calles que se entrelazan en el "corazón" de una ciudad. Esa definición, que también es verdad, dejaría en el olvido los sentimientos más sinceros que el acto despierta. Para muchos es recordar aquellas noches de niñez, de hace más o menos lustros, en las que atravesaron esas mismas vías con un farolillo entre los dedos.

Ayer no fue diferente. Dos filas de menores, una a cada lado de la calle, partieron desde El Puente se metieron por Alvarez de Abreu, llegaron a la plaza de la Constitución, subieron por la Real, plaza de España... Iban a buen ritmo, con una correcta organización, sin perder la fila, con diseños atrayentes, unificados en la indumentaria... y ¡30.000 personas! en la calle observando el "desfile". El público, otra vez, acudió a una de las llamadas más tradicionales de las Fiestas Lustrales. Cabalgata Anunciadora, la Batalla de Flores y ahora la Pandorga, es decir, tres desfiles en la calle, han sido un éxito. Cuando a las cosas se les pone pasión... Y lo demás que le digan, mentira.

Delante iba un tren de los que se queman (aquí se quema casi todo) dando "botes" y justo detrás decenas de pandorgas. Eran unas 170, quizás 200, adornadas con dibujos y formas alusivas al mundo infantil (minions, muñecas tipo gorjuss...). Los farolillos de poco menos de un metro de alto dieron color a la ciudad. Se apagó el alumbrado público y se pudo disfrutar con mayor brillantez de un espectáculo enorme. Una cosa: si se observa al detalle cada pandorga, si se piensa en el trabajo previo de los voluntarios, es sencillo imaginar los días de taller, las semanas de inspiración, que lleva sacar adelante un acto de tal magnitud. Papeles de colores, olor a pegamento, ruido de tijeras... "Señor@s", ¡gracias por hacerlo realidad!

Las pandorgas (aclaración para los menos expertos en la materia) se realizan con madera y papel de colores, pero llevan en su interior una vela de cera, que es la que las ilumina. No es extraño incluso que al menos una decena se quemen durante el trayecto. ¿Peligroso? Pues, no. Bueno, como "todo". Este año se estudió usar tecnología LED, pero al final se optó, el cronista cree que de forma coherente, por mantener la tradición.

Una banda de música separó las primeras pandorgas de la segunda tanda de farolillos, que también reflejaron motivos infantiles. A renglón seguido, la agrupación Nisamar y un tren de arder del IES Virgen de las Nieves. Y... más pandorgas. La organización sacó 1.100. O más. La banda de música de Breña Baja, el grupo de Los Trillizos (música de calidad), una guagua de madera con una parte de los protagonistas de la Danza de los Enanos y, para cerrar, la banda de música de la capital completaron la comitiva. Todo hasta llegar al barranco de las Nieves, donde se quemaron los farolillos. Así ocurre siempre.

La Patrona ya sabe que le falta poco para bajar. Primero se vio sin trono y ahora (si la fe está basada en algo real) tuvo que observar cómo se iluminaba el camino.