¿Qué sentirá el Enano cuando se transforma y de repente abren las cortinas de la caseta? ¡Qué ganas de saberlo! Eso el cronista no se lo podrá contar. Lo siento. Pero mire (usted que lee), fuera, cuando ves al número 1 que se asoma con cierta timidez, se te para el alma. Es como si por unos segundos no respiraras. Si lo sientes, si lo llevas dentro, te pasa igual cada cinco años. Un lustro sí y otro también. Con 10 años y con 50.

Primero salió la Cofradía de los Pobres. Batas largas, remiendos, palos en mano, sombreros, reverencias... Aquí no solo hay que danzar sino también hay que cantar e interpretar. Y hacerlo todo bien. Eso o te quedas fuera de los elegidos. "Somos lo que aparentamos:// pobres de solemnidad// La miseria que arrastramos// por donde quiera que vamos// -hambre, dolor, soledad- // no nos resta dignidad// porque con fe reclamamos// la evangélica igualdad..." Así recitaron en la primera parte del acto, que al menos en las dos primeras funciones fue bien ejecutado. Buena acústica, correcta entonación y vocalización... Sí, también es importante, pero para qué mentir, la gente tiene la cabeza puesta en la transformación y ya le sudan las manos de eso que alguien calificó de emoción.

Comienzan a entrar en la caseta y antes de que el último pobre termine su recorrido, sale el primer enano. ¿Cómo lo hacen? Ni idea. El que escribe ni conoce el truco ni quiere que se lo cuenten. Hay cosas en las que es mejor ser un ingenuo y simplemente vivirlo. Ya saben (y si no se lo cuento): "Por la gracia de su mano y por lustral don de amor, cabe un hombre en un enano, cabe el mundo en una flor".

La primera función fue de "entrenamiento". La danza comenzó más tarde de lo previsto. Había que romper el hielo, demasiado calor, más nervios, no estaban sueltos, necesitaban confianza... Toda circunstancia influye, pero el arranque fue lo que los expertos califican de "protocolo y caseta", es decir, el tiempo justo de danza, o casi, sin salirse demasiado del guion establecido y para "casa". No es que estuvieran mal, ¡que no es eso!, simplemente se mostraron cumplidores. Y eso es poco para ser un Enano.

Salieron las 3.500 personas, aproximadamente, que llenaban el recinto y a la media hora, entraron otras tantas. Y... ¡prepárese! Libertad absoluta. Tras la mágica transformación, los Enanos rompieron a las primeras de cambio la organizada fila con la que se siempre se ponen en marcha. "A por ellos", fue el grito de guerra. Se metieron entre el público, se fueron a danzar al lado de personas con discapacidad física que los observaban con asombro, dieron "pataditas" (técnica que algunos deben aún depurar)... Un consejo: si alguien, que en este mundo hay de todo, le dice que ahorraron esfuerzo, dígale que no le mienta.

Por cierto, a las 18:00 ya había gente esperando para la función en la calle Apurón, que seguro no fue antes de las 4:30 de la madrugada. ¡Así se vive el Enano!