Pablo Alborán no es el cantante de laboratorio que vive pegado a una imagen. Si esa es la visión de tiene del malagueño (el cronista la tenía), olvídela. En La Palma demostró, hace apenas unas horas, que es un artista de largo recorrido, de los que un día será aún más grande, con fuerza, voz, capacidad de interpretación y, además, con fortaleza y entrega sobradas para estar dos horas sobre el escenario tocando con maestría una guitarra, un piano, tambores... ¡tremendo espectáculo!
Metió a más de 4.000 personas en el Recinto Central. ¿Adolescentes? Sí. Es cierto. Casi todos estaban en primera fila. Pegados al escenario. Son aquellos que desde por la mañana hacían cola cerca del puerto. Alborán se llega a tirar y no toca el suelo. Se sabían todas sus canciones. Pero también acudió gente madura. Mucha. Estaban un paso más atrás. Incluso se les podía ver en aquellas gradas, abarrotadas de público. No pocos fueron para “vigilar” a sus niñas y acabaron “enganchados”.
Alborán comenzó con temas de Terral, su último disco. Fue una interpretación lenta, suave, pero cargada de energía. Es verdad, se sabe guapo... y lo aprovecha. Camisa ajustada, mirada “burlona” y movimientos melosos. Él puede....y conoce a su público. Pero una cosa no quita la otra. Mostró con la misma soltura poder de atracción sin necesidad de hacer grandes carreras por el escenario. Tiene una voz contundente. Aunque no te guste su música, incluso si eres de ese grupo, acabas reconociendo que en directo es un artista enorme. ¡Y tiene 25 años!
El malagueño supo además que Santa Cruz de La Palma sufre. “Esta canción va por Laura González”, en relación a la joven asesinada recientemente por su ex pareja. No quedó solo en eso. Paró el concierto para “mandar” un minuto de silencio. En medio de la fiesta, te dan ganas de abrazarlo. ¡Grande!
Alborán, apoyado por un grupo de músicos de gran envergadura (su manager es digamos que menos agradable), buscó sus canciones más conocidas para acabar de poner a la gente en pie. Se abrazó a la guitarra en temas como “Solamente tú” y antes de irse quiso demostrar, sin tanto ruido de instrumentos, que aún guarda mucho de aquel niño que con apenas doce años compuso sus primeras canciones: “Amor de Barrio” y “Desencuentro”.
Si la vida son trocitos de alegría, Alboran mejoró la existencia de más de 4.000 personas. ¡Gracias por traerlo!