Las carreteras del Norte eran reviradas. Detrás de una curva, llegaba otra. Casi sin descanso. A un lado, el acantilado. Eran los años 60 y aquellas vías eran territorio de la Austin: una guagua con un morro peculiar, pintada de rojo, con asientos de madera, la tradicional escalera en la parte de atrás... una imagen, al fin y al cabo, que todavía perdura en la memoria de miles de palmeros.

La cooperativa Transporte Insular de La Palma se propuso recuperar aquel vehículo, matriculado en 1961. Era un guiño a su pasado. Le ha llevado tiempo, pero si un día usted (que lee) se subió en ella cuando fue bastante más joven, si ahora lo ve se le erizará la piel. Ha quedado perfecta. "Llevamos 40 días trabajando en la chapa", comenta Faustino, uno de los restauradores, mientras se le encienden los ojos. Muchas más semanas llevan mimándola los mecánicos de la compañía: "Han estado varios años. No trabajando cada día en ella, pero sí buscando piezas, dando retoques al motor, mirando cada detalle... ahora ya funciona", sentencia.

¿Pero de verdad que arranca? "¡Por supuesto!", responde Faustino casi ofendido. Se sube al vehículo mientras otro compañero lo mira con atención. La tratan de forma diferente. No es una guagua cualquiera en medio de otras mucho más modernas. Es la favorita. Cuando el motor se enciende y sale marcha atrás, aparece una pequeña humareda desde el escape: "Eso es ahora, al principio, luego va como la seda", afirma un conductor de guaguas que disfruta observando a la Austin.

Por dentro es una preciosidad. No hay otro calificativo que mejor la defina. Es toda de madera, con asientos ligeramente tapizados, una palanca de cambios que te traslada a otros tiempos, un timbre refinado, un volante grande, duro... sí, para qué engañarle, no es nada cómoda. Las butacas no están diseñados para el disfrute. Útiles y punto. ¿Y qué? "No crean que la guagua cuando se compró vino así a La Palma, completa. Las guaguas llegaban con el morro y el chasis. Lo demás se hacía aquí, en la carpintería de la cooperativa", subraya Faustino, quien mientras se la muestra al cronista aprovecha para revisar el trabajo realizado.

El vehículo, que mantiene un cartel en su frontal en el que se lee Santa Cruz de La Palma-Barlovento, no ha sido restaurada para quedar dentro de un garaje sin que nadie la disfrute. Al contrario, "ahora pasará la ITV para poder ponerla en circulación", comenta uno de sus restauradores. No habla de viajes regulares, quizás ya no esté para esos trotes, pero sí para rutas especiales o, simplemente, para presumir. Que también vale.