Rafael Casanova López tenía un deseo: crear una comunidad religiosa en Santa Cruz de La Palma para atender a las personas enfermas sin recursos en sus propios domicilios. La idea era que siempre estuvieran arropados. Para lograrlo, al menos esa era su idea, creó una fundación que lleva su nombre y a la que cedió una parte de su patrimonio.

Era el año 1961. En concreto, el 12 de abril. Ante la presencia de Eugenio Álvaro Carballo Fernández, abogado y notario del Colegio de Las Palmas en aquel entonces, aunque con residencia en Santa Cruz de La Palma, Rafael Casanova, agente de aduanas, crea su fundación, presidida por el farmacéutico Alvaro Argany Besso y con la participación de los antaño reverendos de la iglesia de El Salvador, Félix Rodríguez Hernández; la parroquia de San Francisco, Juan Pérez Alvarez; y el cura del Real Santuario de las Nieves, Andrés de las Casas Guerra.

El objetivo era claro: "Establecer una comunidad del tipo de las denominadas Siervas de María que tengan por misión atender a domicilio a los enfermos que necesiten sus servicios", según se refleja en el documento de constitución de la fundación, a la que Casanova cede una finca en la zona de Maldonado, en la zona Norte de la capital, con una superficie de "una hectárea, cinco áreas y 32 centiáreas", es decir, unos 10.432 metros cuadrados, con una vivienda de dos plantas, un estanque y dos acciones de agua para su riego de la Hidráulica de la Encarnación.

Esa era la idea, explotar la finca y lo que se obtuviera dedicarlo al mantenimiento de la comunidad religiosa. Se deja claro además a la hora de constituir la fundación que "al cesar Alvaro Argany Besso será sustituido por el alcalde de Santa Cruz de La Palma".

De aquella honesta apuesta, del destacado acto de solidaridad de Rafael Casanova, no queda nada. Bueno sí, la finca. Un terreno que nunca, al menos durante las últimas décadas, se explotó. Es más, en el solar destaca la presencia de una montaña de escombros, obtenidos de las obras de construcción de los aparcamientos subterráneos de El Puente, en la capital. Ni riego, ni comunidad religiosa...

De la fundación poco se sabía hasta que el ayuntamiento decidió aprobar en su última sesión plenaria la renovación de cargo de presidente, se entiende que con la intención de tratar de alcanzar, conjuntamente con los párrocos de las tres iglesias implicadas, el sueño que un día tuvo su creador.