Santa Cruz de La Palma presume de patrimonio histórico, de ser una ciudad claramente cultural, pero la realidad es que la gestión de los dos museos y el castillo de responsabilidad municipal (el insular lo dirige el Cabildo), con los que pretende captar visitantes, está cogida "con alfileres", es deficiente y no cumple ni de lejos con la misión que tiene encomendada.

La prueba más evidente de lo ocurrido se vive este mismo mes de septiembre. Tal y como esta redacción adelantó la semana pasada, el Museo de Arte Contemporáneo, que tardó siete años en restaurarse para su apertura, lleva desde principios de septiembre cerrado por las vacaciones del bedel. La justificación municipal se resume en que muchos trabajadores están de vacaciones después de trabajar en las Fiestas Lustrales y no puede ser sustituido. Y tan "panchos"...

El segundo de los museos se ubica en el Barco de Virgen. Se trata de una instalación integrada por motivos marinos. No abre ni por la tarde ni durante los fines de semana, a pesar de ser habitual la visita a Santa Cruz de La Palma de miles de turistas que llegan en crucero. Además, la gestión o control de la instalación fue tan pésima que se estuvo hurtando dinero de las entradas durante años sin que nadie se diera cuenta.

Esos son los dos museos de una ciudad de gestión local que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y donde la atención en idiomas es de "feria".

El ayuntamiento de la capital también tiene encomendada la apertura del Castillo de Santa Catalina, de propiedad privada. La fortificación es uno de los edificios más característicos de la ciudad y el ejemplo mejor conservado de su pasado defensivo. De su gestión poco se sabe, ya que la corporación apostó por cederlo a un autónomo. Se hizo sin publicidad, sin tener en cuenta, al menos que se diera a conocer, otras posibles opciones.

Tampoco se ha plasmado el convenio que cada cierto tiempo se anuncia entre el ayuntamiento y la Iglesia para abrir los templos religiosos (El Salvador, San Francisco, La Encarnación...) ubicado en la ciudad para la visita de lugareños y turistas, con un horario de mañana y tarde con un vigilante contratado por la corporación local.

Y por si fuera poco, el ayuntamiento cuenta con un director de museos. O, para ser más exactos, contaba. Está de baja desde hace más de un año, justo apenas una semana después de que EL DÍA sacara a la luz los hurtos que se estaban produciendo en el Museo Naval, y que superaron los 27.000 euros.