La erupción del Teneguía en La Palma en 1971 es un ejemplo de cómo los volcanes transforman el paisaje, pues de la lava surgió el malpaís que hizo aumentar en unos dos millones de metros cuadrados la superficie de la isla, afirma el geólogo y testigo del fenómeno Alfredo Hernández-Pacheco.

El investigador, que hasta su jubilación fue catedrático de Petrología de la Universidad Complutense de Madrid, recibió una llamada del geólogo Telesforo Bravo cuando el Teneguía estaba a punto de entrar en erupción, lo que los convirtió en los primeros científicos en acudir al volcán, según recuerda en una entrevista a EFE.

Precisamente sobre este episodio ha versado la ponencia "Relatos de un testigo de la erupción del volcán Teneguía" que Alfredo Hernández-Pacheco ha impartido en el municipio de Garachico dentro de la sección Vulcanalia del Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias.

El geólogo conserva de su estancia en La Palma un amplio testimonio en imágenes, la mayor parte de ellas inéditas, que ha cedido a la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello para que proceda a su digitalización, y que considera que podrían ser utilizadas por alguna institución para publicar un volumen fundamentalmente gráfico sobre aquella erupción.

El investigador formó parte del equipo de científicos que observó todo el fenómeno desde su inicio, el 21 de octubre de 1971, hasta su término casi un mes después, el 18 de noviembre.

La erupción del Teneguía no se diferenció de los relatos conocidos de los dieciocho fenómenos eruptivos históricos que se conocen en el archipiélago canario desde la llegada de los primeros navegantes, afirma Hernández-Pacheco, pero lo que sí constató es que entonces las islas menores eran "muy distintas".

En La Palma de 1971 no había casi turismo ni grandes infraestructuras comerciales y la erupción provocó al principio que los habitantes se mostrasen asustados, pero con el paso de los días, al ver que la lava sólo afectó a unas vides porque la mayor parte de la zona de la erupción carecía de otros cultivos o construcciones, se percibió "como un beneficio".

De repente el municipio de Fuencaliente, donde se sitúa el Teneguía, comenzó a recibir curiosos y medios de comunicación, lo que el geólogo rememora como "un flujo continuo de gente", los bares se llenaron y al llegar la lava al mar "se levantó un malpaís" donde posteriormente se cultivaron plataneras.

El volcán creó "una fuente de riqueza", precisa el geólogo, quien también recuerda que este material volcánico hizo crecer la superficie de La Palma en un área que Telesforo Bravo cuantificó en su "Diario de la erupción del Teneguía" en unos dos millones de metros cuadrados, declarados Monumento Natural por la Ley de Espacios Naturales de Canarias.

Hernández-Pacheco regresó al Teneguía dos años después y aún estaba la tierra caliente y había fumarolas y gases, lo que contrastó con una visita posterior a otra isla canaria, Fuerteventura, que califica de "completamente africana" en su geología.

Alfredo Hernández Pacheco había realizado su primera campaña de campo en Canarias en la Caldera de Taburiente (La Palma) mientras Telesforo Bravo realizaba el primer mapa geológico del lugar, y posteriormente ha colaborado en la cartografía a escala 1:100.000 de las islas de Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura así como en numerosos mapas a escalas 1:50.000 y 1:25.000 de las islas.

Anteriormente sólo constaba la cartografía del Ejército y los mapas hidrogeológicos realizados posteriormente siguen en uso, señala Hernández Pacheco, quien ha basado la mayor parte de sus trabajos de investigación han versado sobre el vulcanismo del sureste de la península y de Canarias tanto en campañas sobre el terreno como en el estudio petrográfico y geoquímico de los materiales en laboratorio.