Llegas al cordón policial (Guardia Civil) que "rodea" Puerto de Naos. Un paso fronterizo. Piensas, por un suspiro, que te van a pedir el pasaporte. ¡Bendita seguridad! Bajas de la guagua y un menor te recibe con una pistola de agua. Es tan solo un aviso: cuatro gotas. La avenida ya está repleta. ¿Cuánta gente? ¡Siempre la misma pregunta! ¿La verdad?, para no engañarse, ni idea. Dicen que hay más de 10.000, incluso 15.000, que más que otros años...

Abajo, un "disparate", pero bueno. Sin maldad. A lo sano. ¿Qué pensará aquella gente que un día inventó la Fiesta del Agua y ahora observa, desde donde sea, en lo que se ha convertido? Aunque sea difícil de creer, era apenas un encuentro para la gente del barrio. Para reflescarse en familia, entre risas. De aquello tan solo queda la diversión. Que, en realidad, lo es todo.

Mientras disfrutas, entiendes que la Fiesta del Agua globalmente no tiene mucha "historia". Es decir, que para describirla no hay que ser Vargas Llosa. Se lo explico: es un escenario a un extremo de la avenida por el que van discurriendo artistas, desde malos (que los hubo) hasta buenos (pocos), y un paseo lleno de gente a medio vestir (sin camiseta) que se tira agua, en lo que colabora el ayuntamiento con la ubicación de aspersores y la dotación de personal municipal con mangueras, que se pasean entre medio de la gente bañando a los presentes. Todo eso rodeado del ambiente típico de Los 40. De forma "desnuda" esa es la fiesta.

Sin embargo, es un encuentro lleno de matices. Hay quienes se pegan mitad de la fiesta, o parte de ella, en los balcones de los edificios junto a la avenida. Son sus "mini-fiestas" más privadas mirando desde arriba el mogollón. A veces dan ganas de tocar en la puerta y "colarse". Otros, al contrario, aprovechan el calor y bajan a la playa. Eso sí, con seguridad privada para evitar que el vidrio llegue a la arena. Es un control que se agradece. Divertirse sí, pero sin molestar al ajeno.

Sobre el escenario, demasiado postureo. "Una foto para el instagram", "vamos todos, un selfie", "manos arriba para una fotito"... Cantar o pinchar, lo justo. Por cierto, muy bien Baroh. Pena que en su actuación todavía no hubiese casi gente en la avenida. El palmero es buen artista. Luego DJs, cuatro gritos, más postureo y Henry Méndez, media hora sobre el escenario de la que 15 minutos se la "pegó" hablando. Y luego, Abraham Mateo. Mucho niñ@ fue a Puerto de Naos por él. Fue un cuarto de hora de actuación.

Bueno, siempre queda bañarse.